Adaptación al español por Fabián Capecchi del artículo original de Kate Morgan publicado en la revista Sierra.
Existe un amplio tramo del arroyo Swatara (el Swatty, para los lugareños) de la zona rural de Pensilvania que es muy popular entre los pescadores y los kayakistas. Hace un siglo albergaba una de las pesquerías comerciales más grandes de la costa este. Swatara se deriva de una palabra Susquehannock que significa "donde nos alimentamos de anguilas". El arroyo solía estar repleto de ellas: cientos de miles de anguilas que subían por el Swatty y otros afluentes del río Susquehanna.
Durante milenios, la anguila fue uno de los alimentos básicos en la dieta norteamericana. Sin embargo, en las primeras décadas del siglo XX, surgieron represas hidroeléctricas en toda la región, que bloquearon el paso de las anguilas, cuyas poblaciones disminuyeron. Las pesquerías comerciales y recreativas de anguila cerraron y el ecosistema sufrió por la pérdida.
Pero en los últimos años, las agencias ambientales han comenzado una misión de recuperación a gran escala. Las poblaciones de anguilas están en auge nuevamente y en la cuenca del río Susquehanna, ahora se encuentran en mayor número de lo que los científicos han visto en décadas.
"El hábitat de la anguila cubre básicamente toda la costa este, desde la cuenca del Mississippi hasta Canadá", dice Sheila Eyler, líder del proyecto de la oficina de conservación del Atlántico medio de la US Fish and Wildlife. Lo más interesante que sé sobre las anguilas es lo poco que sabemos sobre ellas.
Durante mucho tiempo el mayor misterio fue ¿de dónde vienen? Los antiguos egipcios creían que se debían al dios del Sol Atum, y se generaban cuando los rayos del sol caían sobre el Nilo. Aristóteles, al notar que los estanques se llenaban de anguilas después de una buena lluvia, decidió que provenían del lodo, o tal vez eran lombrices de tierra transformadas por metamorfosis.
Hoy, los científicos pueden confirmar que la reproducción de la anguila es sexual, diferenciando machos y hembras con gónadas que se desarrollan una vez que las anguilas alcanzan la madurez. El biólogo danés Johannes Schmidt, pasó cerca de 20 años rastreando el Atlántico en busca de larvas cada vez más pequeñas. Eventualmente, descubrió que todas las anguilas americanas y europeas se originan en el Mar de los Sargazos, una región del Océano Atlántico frente a la costa de América del Norte.
Las anguilas que llegan del mar a la desembocadura del Susquehanna nadan río arriba hasta los afluentes donde vivirán durante cerca de 20 años. Al principio, dice Eyler: “bagres, lobinas de boca chica, almizcles, lucios, percas, todos se comerán a las anguilas. Pero una vez que alcanzan los dos pies, se convierten en uno de los peces más grandes del ecosistema”. Y cuando están listas para nadar río abajo y regresar al océano, las anguilas pueden medir cuatro pies de largo.
Estas enormes criaturas "conformaban un enorme porcentaje de la biomasa de peces en el Susquehanna", dice Coney. Fueron parte importante en la red alimentaria, antes que las represas hidroeléctricas bloquearan el paso de las anguilas.
Las anguilas del Susquehanna deben su recuperación a otra especie, el mejillón elliptio oriental, un bivalvo con un caparazón de color verde oscuro del tamaño de la palma de una mano que puede vivir más de medio siglo. En los ríos del este, los mejillones realizan importantes funciones ecosistémicas, incluida la filtración de agua y el ciclo de nutrientes.“Son importantes para la estabilización de sedimentos y una importante fuente de alimento para los animales”, dice Coney.
Para distribuirse en una cuenca hidrográfica, las "semillas" de mejillones necesitan viajar río arriba en las branquias de un pez, y los científicos comenzaron a sospechar que los mejillones estaban vinculados a otra especie. Para resolver el misterio de por qué el Elliptio oriental estaba desapareciendo del Susquehanna, dice Eyler, el primer paso fue encontrar a su anfitrión.
Los estudios de laboratorio colocaron distintas especies de peces en tanques con mejillones en desove, encontraron que aunque la perca y la trucha recogían algunas “semillas”, otro pez era el claro portador. Para el mejillón nativo de agua dulce más común en la región, no hay mejor compañero que la anguila americana.
Para aumentar la población de anguilas, los biólogos tuvieron que descubrir cómo superar un gran obstáculo en su camino río arriba: la presa de Conowingo, donde el Susquehanna se encuentra con la bahía de Chesapeake.
A partir de 2005, el Servicio de Pesca y Vida Silvestre se asoció con la Comisión de la Cuenca del Río Susquehanna y el operador del proyecto hidroeléctrico Conowingo para instalar un sistema de paso de anguilas, construyendo lo que Eyler llama un artilugio "fácil y económico" para recolectar anguilas juveniles.
“Simplemente compras una bandeja portacables de aluminio y en el fondo pones esta tela que usan para el control de la erosión”. “Las anguilas trepan y luego caen a un tanque de recolección”. Los tanques se cargan en camiones, alrededor de las presas donde se sueltan. Esta simple solución ha tenido un gran éxito. “Ha habido más de 2 millones de anguilas recolectadas y trasladadas río arriba desde 2008”, dice Eyler.
Las anguilas liberadas en la corriente principal del río se han extendido por todo el sistema fluvial, dice Eyler. "Van tan lejos como Nueva York, y los mejillones también han vuelto”. Los biólogos han realizado estudios anuales de mejillones en algunos de los arroyos del Susquehanna. “Después de cinco años, había mejillones bebés. Tener las anguilas allí es una gran ayuda, lo cual es una noticia fantástica”. En el Susquehanna, la anguila ha recolonizado una gran parte de su hogar ancestral. Si pueden llegar a sus lugares de desove, su descendencia regresará no sólo a este río, sino también a otras vías fluviales a lo largo de la costa este.
Esfuerzos como este nos llenan de esperanza a quienes en el Sierra Club creemos que es posible salvar muchas especies buscando la forma de convivir en armonía con el medio ambiente.