El Espíritu de César Chávez Está en la Oficina Oval/The Spirit of César Chávez Is in the Oval Office

Hemos pasado de oír que los latinos somos criminales y narcotraficantes a ver un busto de César Chávez justo detrás del escritorio del nuevo presidente, Joe Biden. 

En unas pocas semanas, el mandatario ha administrado una salvadora inyección de vitalidad a un país castigado por la pandemia, una economía en ruinas, personas de color clamando por justicia y equidad, y un mundo entero en emergencia climática.

En el movimiento ambiental llevábamos décadas exigiendo una lucha frontal contra la crisis climática. El Presidente finalmente ha dejado claro que esta pelea formará parte integral de su administración, ordenando a las agencias federales que inicien un proceso de reducción de la contaminación, y establezcan el costo social de la polución de carbono y sus riesgos climáticos.

De un plumazo, el Presidente Biden también derogó el permiso de construcción del desastroso oleoducto Keystone XL, el cual hubiera transportado del crudo más tóxico del planeta desde Alberta, Canadá, a los puertos de Texas. El movimiento ambiental y decenas de grupos comunitarios e indígenas llevábamos más de 12 años luchando contra esta bomba de tiempo climática que hubiera emitido 181 millones de toneladas anuales de CO2 a la atmósfera. De la misma manera, el Presidente inició el proceso de reinserción en el Acuerdo de París acabando con cuatro vergonzosos años en los que Estados Unidos se convirtió en un paria climático.

Un componente crucial de estas órdenes ejecutivas es la justicia ambiental para comunidades como la nuestra que sufren desproporcionadamente las consecuencias de la contaminación de energía sucia y la crisis climática que causa. Esto incluye la creación de un consejo externo en la administración que identifique reformas y logre equidad e inclusión en la política federal y un compromiso a que el 40% de los beneficios de inversiones federales relacionadas se dedique a comunidades impactadas por estas injusticias.

La integración de la equidad en las políticas de la administración tiene un enorme potencial económico para nuestra comunidad. A corto plazo, el Presidente crea el Cuerpo de Conservación Civil, cuya misión incluye ofrecer empleos bien pagados a jóvenes para trabajar en la conservación natural, proteger la biodiversidad y combatir el cambio climático. A largo plazo, la intención de la administración de cerrar la brecha racial de ingresos y oportunidades agregaría $5 billones (trillions) a la economía y crearía 6 millones de nuevos empleos.

Pero quizá la orden ejecutiva que mayor impacto tendrá en esta administración es un oscuro memorando que el Presidente Biden firmó la noche de su juramentación. Bajo el título de “Modernizar la Revisión Regulatoria”, el documento abre las puertas para que su administración promocione “salud y seguridad públicas, crecimiento económico, bienestar social, justicia racial, protección ambiental, dignidad humana, equidad y el interés de futuras generaciones”. Según observadores, este documento acaba con 40 años de prioridades conservadoras en el funcionamiento del Poder Ejecutivo.

Mientras tanto, la pandemia de COVID-19 se ha cobrado cerca de 450.000 vidas, infectado a más de 26 millones de personas y abrumado la capacidad hospitalaria de comunidades por todo el país. La administración Biden ha declarado que la ciencia será el norte de su campaña y puesto en práctica un plan que vacunará a 300 millones de estadounidenses para finales del verano. El plan es parte de su propuesta presupuestaria de $1,9 billones (trillions) para estimular la economía y ayudar a millones de familias devastadas por la pandemia y su impacto económico.

El Presidente, además, ha suspendido la construcción del símbolo más hiriente de su predecesor —el racista y destructivo muro fronterizo— y acabado con su más infame política —la separación de familias y el enjaulamiento de niños pequeños en la frontera. Invitar al espíritu de César Chávez a la Oficina Oval tiene su recompensa.

(English)

The Spirit of César Chávez Is in the Oval Office

We’ve gone from hearing that we Latinos are criminals and drug traffickers to seeing a bust of César Chávez sitting right behind the desk of our new president, Joe Biden.

In a few weeks, President Biden has administered a much-needed injection of vitality into a country plagued by a pandemic, an economy in ruins, Black and brown people pleading for equity and justice, and a whole planet in a climate emergency.

For decades, the environmental movement has been demanding a full-fledged tackling of the climate crisis. Biden has finally made clear that this fight will be an integral part of his administration, ordering federal agencies to begin a process of pollution reduction, and to establish the social cost of pollution and its climate risks.

With the stroke of a pen, Biden also derogated the construction permit of the disastrous Keystone XL oil pipeline, which would have transported the planet’s most toxic crude from Alberta, Canada, to ports in Texas. For 12 years, the environmental movement, fueled by local communities and Indigenous groups, has been fighting this climatic time bomb that every year would have spewed 181 million tons of carbon dioxide into the atmosphere. Likewise, President Biden initiated the process of rejoining the Paris Agreement, thus putting an end to four embarrassing years in which the US became a climatic pariah.

Environmental justice constitutes a crucial component of these executive orders for frontline communities like mine, who disproportionately suffer the impact of dirty energy pollution and the climate crisis it triggers. This includes the creation of an external environmental justice council to identify reforms to achieve equity and inclusion in federal policy, and a commitment to targeting 40 percent of relevant federal investments at impacted communities.

The integration of equity in the administration’s policies possesses an enormous economic potential for my community. In the short term, President Biden is creating a Civilian Climate Corps, which aims to offer well-paying jobs to younger Americans to work conserving and restoring public lands, protecting biodiversity, and addressing climate change. In the long term, the administration intends to close racial gaps in income and opportunity that would add $5 trillion to the US economy and create 6 million new jobs.

But perhaps the executive order with the biggest impact on this administration is an obscure memorandum signed by President Biden the evening of his inauguration. With the title “Modernizing Regulatory Revision,” the document opens the door for his administration to promote “public health and safety, economic growth, social welfare, racial justice, environmental stewardship, human dignity, equity, and the interests of future generations.” According to observers, this document puts an end to 40 years of conservative priorities in the executive power’s functioning.

Meanwhile, the COVID-19 pandemic has taken close to 450,000 lives, infected more than 26 million people and overwhelmed hospital capacity in countless communities across the country. The Biden administration has declared science as its North Star in this fight and implemented a plan to inoculate 300 million people by the end of the summer. The plan is part of Biden’s $1.9 trillion budget proposal to stimulate the economy and assist millions of families devastated by the pandemic and its economic impact.

President Biden, moreover, has suspended the construction of his predecessor’s most hurtful symbol—the racist, destructive border wall—and ended its most despicable policy—family separations and the caging of small children at the border. Inviting the spirit of César Chávez into the Oval Office has its rewards.


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