Adaptado al español por Gretchen Fournier del artículo de Cara Buckley publicado en newyorktimes.com
De pie, al frente de su salón de clases en la Escuela Primaria Slackwood al norte de Trenton, Nueva Jersey, Michelle Liwacz le pidió a sus alumnos de primer grado que pensaran sobre un tema puntual: la Antártida se está calentando. ¿Qué podrían hacer los pingüinos que viven allí para adaptarse?
Los niños, la mayoría de 7 años, murmuraron emocionados. Uno dijo que los pájaros podían refrescarse en el agua, pero reconsideró después de pensar en todas las orcas hambrientas que rondan por allí esperándolos. “¿Tal vez podrían migrar a otro lugar frío, como los Estados Unidos en invierno?” preguntó uno de los niños, Noah. Una niña llamada Aliya sugirió que los humanos les dieran flotadores. Gabi pensó que tal vez los pingüinos podrían construir iglús. Algunos de ellos, agregó Gabi, podrían vivir dentro de su refrigerador.
Nueva Jersey tiene la distinción de ser el primero, y hasta ahora único estado, en exigir que se enseñe sobre el cambio climático a todos los estudiantes, desde el kindergarten hasta el grado 12. El tema está presente en la mayoría de las materias, incluso en las clases de educación física.
Pero podría decirse que el método del estado para enseñar a sus alumnos más jóvenes sobre el cambio climático hace algo más profundo: en lugar de centrarse en el pesimismo, las enseñanzas están diseñadas para ayudar a los niños a conectarse con lo que sucede en el mundo natural que los rodea y, lo que es más importante, aprender a resolver problemas.
En Slackwood Elementary, una escuela pública que sirve a unos 250 estudiantes, varios padres dijeron que estaban encantados con las lecciones sobre el clima. Muchos de los estudiantes de Slackwood son estudiantes cuyo primer idioma no es el inglés, y más de la mitad califican para el programa de almuerzos gratis o a precio reducido.
Afuera, en un rincón del patio de recreo, hay un jardín de mariposas cercado, un contenedor de composta y un lecho de tierra donde los niños han probado qué tipo de fertilizante, sea una variedad comercial química o una mezcla natural, ayuda mejor a las plantas (el natural fue el vencedor).
En esta escuela, a los niños se les enseña que las actividades humanas, como el transporte, la calefacción y la cría de ganado, están sobrecalentando el planeta, y como dice en un libro escolar, "haciendo que la Tierra se sienta mal". Sin embargo, la atención se centra en ser conscientes y resolver problemas.
A los niños de kindergarten se les enseña cómo todo está conectado y la importancia de los insectos polinizadores. Eso ha ayudado a que vean a las abejas como amigas en lugar de aterradoras enemigas con aguijones. Los alumnos de primer grado aprenden sobre el compostaje, el reciclaje y la jardinería hidropónica, y los de segundo grado exploran la contaminación y el plástico.
Una mañana, la Sra. Liwacz anunció que hablarían sobre causa y efecto, y que la historia del día sería sobre qué sucedería si los tiburones desaparecieran. Navya, una de sus estudiantes levantó la mano. “Aprendí que los peces comen caca de tiburón”, dijo. “Bueno, lo hacen”, respondió la Sra. Liwacz, provocando algunas risitas. “Y los peces necesitan eso, ¿verdad? ¿Por qué?"
Navya tenía una respuesta preparada. “Porque todos los animales necesitan comida y agua para sobrevivir, y los peces comen caca de tiburón para sobrevivir”, dijo. “¿Y si los tiburones desaparecieran?” dijo la Sra. Liwacz. “Eso sería malo para los peces”, dijo Navya.
Un poco más tarde, la Sra. Liwacz mostró un video sobre Eugenie Clark, científica especializada en tiburones y conservacionista marina. Aprender sobre científicos y otras personas que trabajan para encontrar soluciones climáticas es un enfoque en la escuela, al igual que las formas de sobrellevar el clima extremo provocado por el cambio climático.
“Los hace sentir parte de lo que sucede en el mundo real”, dijo la Sra. Liwacz. “Por supuesto, no todos los problemas se van a resolver. Pero los está haciendo pensar, ¿cómo puedo solucionar esto? ¿Cómo puedo cambiar aquello? ¿Qué puedo hacer yo, o junto a mis amigos y mi comunidad para ayudar a cambiar lo que veo o lo que noté?”
Un estudio de 2016 encontró que, si bien las tres cuartas partes de los profesores de ciencias de las escuelas públicas del país enseñaban sobre cuestiones climáticas, muchos estudiantes recibían menos de dos horas de educación climática al año. En cambio, New Jersey ha reservado $5 millones para subvenciones educativas sobre el cambio climático, atrayendo solicitudes de casi la mitad de los distritos escolares del estado.
En el Sierra Club nos da esperanzas que los métodos con los se aborda el tema del cambio climático estén cambiando. Debemos empezar a hablar de esta crisis con nuestros niños, después de todo, son ellos quienes heredarán las consecuencias de nuestra inacción.