Adaptado al español por Fabián Capecchi del artículo original de Lindsey Botts publicado en Sierraclub.org
Los defensores y los conservacionistas están cada vez más preocupados por la difícil situación de los lobos mexicanos que están en grave peligro. Si bien la población silvestre, que se extiende por el este de Arizona y el oeste de Nuevo México, ha crecido levemente, la recuperación ha sido lenta.
El Servicio de Pesca y Vida Silvestre de EE.UU. (FWS, por sus siglas en inglés) no protege a los lobos ni siquiera de las amenazas más básicas, como la cacería ilegal. Los grupos conservacionistas han tratado de obligar al FWS a hacer su trabajo, principalmente a través de los tribunales. Algunos han demandado a la agencia al menos media docena de veces por no cumplir con la Ley de Especies en Peligro de Extinción y la Ley de Política Ambiental Nacional.
Por su parte, el FWS ha evadido en gran medida muchas de las recomendaciones de los biólogos y conservacionistas, como mantener una población de al menos 750 lobos repartidos en al menos tres poblaciones distintas pero conectadas, y un intercambio genético frecuente.
David Parsons, biólogo de lobos mexicanos del FWS durante más de tres décadas, dice que el manejo de esta especie ha estado envuelto en una historia de errores e irresponsabilidad, desde que los gobernadores estatales usan su poder para contradecir la orientación de los biólogos, hasta la aplicación laxa de las protecciones existentes.
Sin embargo, Parsons y varios otros conservacionistas prominentes dicen que hay pasos que los administradores federales de vida silvestre pueden tomar de inmediato para mejorar las probabilidades de recuperación. Uno de ellos es abordar la mortalidad causada por humanos. Desde 1998, al menos 240 lobos mexicanos han sido cazados en Arizona y Nuevo México, de los cuales 131 fueron ilegalmente.
Pero eso no ha disuadido a la gente de matar lobos. Solo este año, al menos tres lobos mexicanos han sido cazados en el suroeste. La matanza más reciente de un macho reproductor en el oeste de Nuevo México tendrá un impacto perjudicial en su manada, dijo Anderson, y en general en la recuperación de la población.
Es ilegal matar una especie amenazada o en peligro de extinción a menos que se tenga un permiso especial. La sanción por matar a uno sin permiso puede resultar en prisión y multas cuantiosas, pero con los lobos mexicanos, las condenas ocurren raras veces y hay dos razones para ello, agrega Parsons.
Primero está la Política McKittrick que permite a los perpetradores evitar el enjuiciamiento si dicen que no sabían que la especie que mataron estaba incluida en la Ley de Especies en Peligro de Extinción. La segunda es la identidad equivocada. Los cazadores a menudo afirman que pensaron que era un coyote.
La matanza indiscriminada de lobos exacerba un problema aún mayor. Dado que solo siete lobos mexicanos estaban vivos cuando comenzaron los esfuerzos de recuperación, desde el principio, los problemas de endogamia han plagado el programa para traerlos de vuelta. Actualmente, la agencia libera cachorros nacidos en cautiverio en madrigueras salvajes con cachorros de edad similar, un proceso llamado adopción cruzada.
Sin embargo, Michael Robinson, un destacado defensor de la conservación en el Centro para la Diversidad Biológica con sede en Tucson, dice que el programa está plagado de problemas. Por ejemplo, de los 72 cachorros liberados entre 2016 y 2021, solo se sabía que 12 estaban vivos hoy.
Una mejor manera de ayudar a evaluar y mejorar la genética, dice, sería liberar cachorros con sus padres, lo que podría reproducirse mucho más rápido que los dos años que tardan los cachorros en alcanzar la madurez.
Carlos Carroll es un biólogo que formó parte de un equipo de recuperación anterior, donde se especializó en viabilidad de poblaciones, y dice que la recuperación completa no ocurrirá hasta que a los lobos se les permita viajar al norte de la Interestatal 40. Actualmente, los administradores de vida silvestre tienen instrucciones de eliminar a los lobos que se aventuran al norte de la carretera, que atraviesa el centro-norte de Arizona y Nuevo México. Los lobos son famosos por su capacidad para viajar grandes distancias. Al menos 10 lobos mexicanos se han aventurado al norte de la I-40, solo para ser devueltos a su área de población designada o asesinados, según Emily Renn, directora ejecutiva del Proyecto de Recuperación de Lobos del Gran Cañón.
Las áreas al norte del Gran Cañón y el sur de Colorado ya son un hábitat maduro para lobos, con presas abundantes, espacio para deambular y un hábitat remoto para evitar conflictos con los ganaderos, dice Carroll. Tres demandas que se están tramitando en los tribunales ahora tienen como objetivo corregir muchos de estos problemas, junto con una serie de otras recomendaciones, como eliminar la clasificación no esencial del lobo mexicano.
Mientras tanto, aunque estos casos avanzan en los tribunales, los lobos mexicanos quedan en el limbo, vagando por los bosques nacionales de Nuevo México y Arizona, pero no del todo libres.
El Sierra Club apuesta por el éxito de este programa que busca restaurar el equilibrio en la naturaleza y darle una nueva oportunidad a los lobos mexicanos.