Adaptado al español por Isa Traverso del email original enviado por Herman Younger.
La Corte Suprema emitió una decisión sobre el Departamento de Seguridad Nacional v. Regentes de la Universidad de California y la decisión trae miles de suspiros de alivio en todo el país. La decisión permite que la política de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA) siga brindando protección temporal a los Dreamers y a sus familias que viven y trabajan en los Estados Unidos, aliviando el temor a la deportación.
El tribunal determinó que la ley federal actual protege de la deportación a los inmigrantes traídos a los Estados Unidos como menores de edad, y defiende a DACA, que protege a estas personas contra la deportación, permitiéndoles el derecho a vivir y trabajar en los Estados Unidos, condicionalmente y con renovación cada dos años. Si bien muchos empleadores, incluido el Sierra Club, tienen políticas que protegen a los trabajadores inmigrantes, la defensa del programa DACA es una gran victoria para los derechos humanos y un paso hacia la equidad, la inclusión y la justicia. Si la Corte Suprema de los Estados Unidos hubiera dictaminado lo contrario, los inmigrantes elegibles para trabajos no podrían ocupar puestos de liderazgo, continuar su educación superior y defender libremente las desigualdades sistémicas que afectan a todas las personas negras, indígenas y de color. Hoy celebramos una victoria para la comunidad inmigrante y para los derechos humanos.
Esta decisión de la Corte Suprema me impacta directamente. Nací en Tegucigalpa, Honduras y tenía seis años cuando mis padres nos trajeron a mi hermana y a mí a los Estados Unidos, huyendo de un gobierno autoritario con una de las tasas de homicidios y pobreza más altas de América Latina. En Honduras, ser gay casi seguramente lleva a la muerte y nunca se hace justicia. Como queer e inmigrante hondureño, la idea de perder mi estatus y estar en riesgo de deportación a un lugar de nacimiento, ahora irreconocible, me aterroriza. Pienso en Héctor García Mendoza, que demandó a ICE (Inmigración y Control de Aduanas por sus siglas en inglés) por COVID-19 y desapareció cuando fue deportado a Nuevo Laredo, México, y no puedo dormir pensando que yo podría ser el próximo.
En los 17 años que llevo en este país, he tenido el privilegio de ser el primero de mi familia en graduarme de la universidad. He podido ayudar a mis padres mientras luchan contra el desempleo como trabajadores indocumentados. Elegí trabajar, tanto en mi tiempo personal, así como siendo organizador del Sierra Club, para luchar contra las estructuras coloniales de opresión que han afectado a generaciones de mi familia, amigos y vecinos negros, indígenas y de color. Esto no hubiera sido posible sin el programa DACA.
Hoy, me regocijo en la libertad asegurada de poder trabajar y vivir en los Estados Unidos como inmigrante, en el melting pot más grande del mundo, que ha prosperado gracias a las contribuciones de los inmigrantes desde sus inicios. Mi futuro sigue siendo incierto, y si usted es como yo y en el pasado se ha visto plagado de miedo y ansiedad por el riesgo de deportación, sepa que no está solo y que, al igual que nuestros antepasados han prevalecido a través de las dificultades de la opresión, nos haremos más fuertes.
Esta es una victoria monumental para los jóvenes inmigrantes. El Sierra Club continuará luchando por un camino completo y permanente hacia la ciudadanía para los inmigrantes. Seguiremos luchando junto al movimiento Black Lives Matter. Estamos comprometidos a hacer de nuestro país un lugar más seguro y justo para todas las personas de color. La búsqueda de la justicia ambiental es una lucha por los derechos humanos”.
Herman Younger tiene una licenciatura en ciencias políticas y filosofía con una concentración en leyes éticas y morales. Tiene experiencia en campañas para elecciones federales, organizando la unión laboral y como activista en derechos civiles. Actualmente trabaja en el Sierra Club como organizador en la Florida.
Today the Supreme Court issued a decision on the Department of Homeland Security v. Regents of the University of California, and the decision brings thousands of sighs of relief from across the country. The ruling allows the Deferred Action for Childhood Arrivals (DACA) policy to remain in place -- giving temporary protection to Dreamers and their families who live and work in the United States and relieving the fear of deportation.
The court determined that current federal law protects immigrants brought to the United States as minors from deportation and upheld DACA, which grants these individuals protection from deportation and the right to live and work in the United States, conditionally, and with renewal, every two years. While many employers, including the Sierra Club, have policies protecting immigrant workers, the upholding of the DACA program is a huge victory for human rights and a step toward equity, inclusion, and justice values. Had SCOTUS ruled otherwise, eligible immigrant job candidates would not be able to hold positions of leadership, pursue higher education, or freely advocate against systemic inequalities that affect all Black people, Indigenous people, and people of color. Today, we celebrate a victory for the immigrant community and for human rights.
This Supreme Court ruling hits very close to home. I was born in Tegucigalpa, Honduras, and was six years old when my parents brought my sister and me to the United States to flee an authoritarian government ridden with one of the highest homicide and poverty rates in Latin America. In Honduras, to be queer almost certainly leads to your death, and justice is never served. As a queer Honduran immigrant, the thought of losing my status and being at risk of deportation to a now unrecognizable birthplace terrorizes me. I think about Héctor García Mendoza who sued ICE over COVID-19 and went missing after he was deported to Nuevo Laredo, Mexico, and find myself unable to sleep, plagued with the thought that I could be next.
In the 17 years, I have been in this country, I have had the privilege of being the first in my family to graduate from college. I have been able to help my parents as they struggle with unemployment as undocumented workers. I have chosen to work, both on my personal time, and as a Sierra Club organizer, to fight against the colonial structures of oppression that have plagued generations of my family and BIPOC friends and neighbors. This would not have been possible without the DACA program.
Today, I rejoice in the secure freedom to work and live in the United States as an immigrant in a country, the world’s greatest melting pot, that has prospered from the contributions of immigrants since the very beginning. The future of my status remains uncertain, and if you are like me and in the past have found yourself plagued with fear and anxiety about the risk of deportation, know that you are not alone and that, just as our ancestors have prevailed through hardships from oppression, so will we rise stronger from it.
This is a monumental win for immigrant young people. Sierra Club will continue fighting for a full, permanent pathway to citizenship for immigrants. We will continue fighting alongside the Black Lives Matter movement. We are committed to making our country a safer and more just place for all people of color. The pursuit of environmental justice is a fight for human rights.
Herman Younger has a BA in political science and philosophy, focusing on ethical and moral law. He has experience campaigning for federal elections, organizing the labor union, and as a civil rights activist. He currently works at the Sierra Club as an organizer in Florida.