Artículo de Fabián Capecchi.
Todo aquel que sabe lo que es estar en el camino de un huracán, siente en la espalda un escalofrío aterrador cada vez que anuncian que viene una nueva tempestad, y tal parece que los pronósticos de esta temporada de huracanes 2020 se van a cumplir.
Sin bola de cristal ni cartas, los científicos del National Oceanic and Atmospheric Center, NOAA (Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica) predijeron que la temporada de huracanes en el 2020 sería inusualmente activa y violenta.
Los investigadores y meteorólogos comenzaron a hablar de una temporada superior a la media para el 2020, justo después del final de la temporada en el 2019. Los pronósticos continuaron durante el invierno y la primavera de 2020, todos coincidían en las predicciones: de 15-20 tormentas con nombre y cuatro huracanes importantes.
Pero dos meses después de iniciada la temporada, la NOAA publicó un pronóstico actualizado de la temporada de huracanes del Atlántico 2020 el 6 de agosto. Este pronóstico actualizado hablaba ahora de hasta 25 tormentas con nombre y seis huracanes importantes, más del doble de los promedios históricos de 1981-2010.
Cada vez más numerosos y destructivos
Hasta la fecha (10 de septiembre) ha habido 18 depresiones tropicales de las cuales 17 se convirtieron en tormentas tropicales. Cinco se convirtieron en huracanes, incluido uno de gran magnitud. La temporada de huracanes 2020 en el Atlántico comenzó menos intensa de lo esperado. Sin embargo, las tormentas posteriores, que comenzaron con el huracán Isaías, fueron más dañinas con las evaluaciones actuales cercanas a los $6 mil millones y el huracán Laura en $10-12 mil millones, que dejó varios muertos en República Dominicana, Haití, Cuba y otros tantos en la costa de Louisiana.
El Huracán Laura pasó de categoría 1 a convertirse en un monstruo de categoría 4 en apenas 24 horas, siendo la tormenta que con más fuerza ha azotado Louisiana desde 1856.
Al menos 100 personas han perdido la vida hasta ahora durante esta temporada de huracanes del Atlántico de 2020. FEMA ha emitido varias Declaraciones de Emergencia y Declaraciones de Desastre Mayor.
Estamos cerca del pico de la temporada y acaban de formarse dos nuevas tormentas, Paulette y René, y una tercera llamada Sally que podría convertirse en un poderoso huracán. Todavía está muy fresco el recuerdo de la devastación producida por el huracán María en el 2017 que dejó en ruinas a Puerto Rico y Dorian en las Bahamas el año pasado. O las inundaciones y destrozos que dejó Laura a su paso por el Caribe y la costa del Golfo de México.
“Laura fue la séptima tormenta con nombre que toca tierra en los Estados Unidos esta temporada. Las otras fueron relativamente menores. Y obviamente es, con diferencia, el huracán más intenso y peligroso en lo que va de temporada”, expresó la portavoz de la Organización Metereológica Mundial (OMM), Claire Nullis.
“Son básicamente las leyes de la física. Las tormentas se alimentan de agua tibia, las temperaturas más altas del agua significan niveles del mar más altos, lo que a su vez aumenta el riesgo de inundaciones durante las mareas altas y en caso de marejadas ciclónicas, y así el círculo continúa. El aire más cálido también contiene más vapor de agua atmosférico, lo que permite que las tormentas tropicales se fortalezcan y liberen más precipitaciones”, explicó.
¿Quién tiene la culpa? el cambio climático
En mayo de este año concluyó un estudio científico realizado por un grupo de investigadores de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) y de la Universidad de Wisconsin en Madison, dicho estudio proporcionó la tan esperada evidencia que los principales huracanes en todo el mundo de categoría 3, 4 y 5 están aumentando debido al calentamiento global causado por la contaminación humana.
La variabilidad del Atlántico Norte ha aumentado la actividad general de los huracanes desde 1995. Este año en el Pacífico ecuatorial, comienzan a emerger las temperaturas frías de la superficie del mar conocidas como La Niña, que también pueden ayudar a aumentar la actividad al afectar el viento, patrones en el Atlántico tropical y el Caribe.
Las cada vez más terribles consecuencias debido al cambio climático están a la vista. El Sierra Club continúa aunando esfuerzos para impedir que debiliten las leyes que intentan detener estas catástrofes, e incluso sumar fuerzas para que el próximo presidente nos devuelva a la ruta de liderazgo ecológico antes trazada y tome acciones contundentes como regresar a los Estados Unidos al Acuerdo de París.