Adaptado al español por Isa Traverso para el Sierra Club del artículo original publicado en The Hill.
Como profesional de la salud pública que trabaja para prevenir enfermedades en nuestras comunidades fronterizas entre México y Estados Unidos, me sorprende que la no esencial construcción del muro fronterizo de Trump continúe a pesar de las declaraciones de emergencia nacionales, estatales y locales.
Mi organización, el Centro de Educación para la Salud del Área del Sureste de Arizona (SEAHEC) tiene como tarea ayudar a desarrollar una fuerza laboral de salud rural bien preparada. Trabajamos eficientemente para ayudar a los hospitales y centros de salud comunitarios en reclutamiento y capacitación de futuros médicos, enfermeras y demás profesionales de la salud, imprescindibles para promover la salud previniendo y tratando enfermedades en nuestros condados fronterizos.
La construcción del muro fronterizo de Trump es poco ética e irresponsable. Aumenta el riesgo de nuestras comunidades al ignorar las precauciones de seguridad de emergencia (cierre de negocios no esenciales y distanciamiento social), lo que agrega estrés a nuestros recursos locales de atención médica que ya están sobrecargados.
Durante meses, el COVID-19 se ha extendido desenfrenadamente y ahora domina las noticias. Si bien los funcionarios de salud federales, estatales y locales sugieren al público que se quede en casa y no congregarse en grupos, aquí en nuestra región fronteriza el muro fronterizo de Trump continúa sin cesar. En las zonas rurales, donde los servicios de salud son inadecuados para suplir las demandas normales, esto podría convertirse en un desastre.
A partir del 29 de marzo, mi área de enfoque, el sudeste de Arizona, tiene 158 casos confirmados de COVID-19, pero no tenemos forma de saber el alcance de la propagación o la rapidez con la que está infectando a nuestra comunidad. Como la mayoría de los lugares del país, nuestro sistema de atención médica se verá abrumado. De una población de más de 7 millones, el estado ha tabulado menos de 10.500 resultados de pruebas, menos de una décima parte del uno por ciento.
Mientras tanto, la construcción del muro continúa cerca de Ajo y Douglas, Arizona, pequeñas ciudades cuyos servicios de salud ya están sobrecargados y se ignoran las pautas de emergencia.
Este problema persiste en otras zonas activas donde continúa la construcción del muro fronterizo como en California, Nuevo México y Texas, según observadores locales.
La administración Trump tiene un asombroso presupuesto de $18.4 mil millones para el muro fronterizo, la mayoría desviado de los programas de otras agencias federales que están destinados a proteger la seguridad nacional. En cambio, el dinero de la construcción del muro debería usarse para salvar vidas y frenar la propagación del COVID-19.
Al mismo tiempo, la administración ha debilitado nuestra capacidad de responder al brote del COVID-19 a través de recortes de personal y presupuesto. En 2018, la administración disolvió la unidad pandémica del Consejo de Seguridad Nacional y disminuyó desastrosamente la dotación para el personal del Centro para el Control de Enfermedades.
Mi trabajo es desafiante pero continuaré luchando por nuestras comunidades a través de esta crisis sin precedentes. Nuestros proveedores de atención médica en la comunidad fronteriza están enfrentándose de cerca al virus al tener contacto cercano con pacientes infectados, mientras que los equipos de protección son escasos.
En el sureste de Arizona nuestros propios trabajadores de la salud son escasos. Si ellos se enferman, nuestros condados rurales perderán la poca oportunidad que tenemos para frenar la propagación.
Me preocupa la salud de nuestras comunidades y de nuestros proveedores de atención médica. Pido que los contratistas de construcción de muros fronterizos le den prioridad a la salud de sus trabajadores y los miembros de nuestra comunidad fronteriza antes que sus ganancias.
Ahora, más que nunca, la construcción del muro fronterizo debería detenerse.
Gail Emrick es la directora ejecutiva del Centro de Educación para la Salud del Área del Sureste de Arizona en Nogales, Arizona, y es miembro del Consejo Binacional de Salud de Ambos Nogales. Ella es miembro de Public Voices 2016 y fue galardonada como Empleada del año 2014 de Border Health por la Secretaría de Salud, Sonora.