Adaptación al español por Fabián Capecchi sobre el artículo publicado en Interesting Facts.
La selva amazónica es el bosque más grande del planeta. A pesar de ser asociado más comúnmente con Brasil, también se extiende por partes de Perú, Ecuador, Colombia, Bolivia, Venezuela, Guyana, Guayana Francesa y Surinam. El río del mismo nombre que lo atraviesa es el segundo más largo del mundo, equivalente a la distancia entre Nueva York y Roma. La mayoría de nosotros estamos al menos vagamente familiarizados con esta verdadera maravilla natural, pero aquí hay ocho cosas que probablemente no sabías sobre la selva amazónica.
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Es la selva tropical más grande del mundo, pero no la más antigua
Las estadísticas son impresionantes: cubriendo un área de aproximadamente 2.1 millones de millas cuadradas, la selva amazónica es dos veces más grande que México. La Amazonía también contiene, por mucho, la mayor área de bosque primario del mundo, densas áreas pobladas de árboles nativos que no han sido tocadas por la actividad humana, lo que representa casi el 85% de su tamaño total. Aunque el Amazonas es, sin duda, el bosque más grande del planeta, no es ni mucho menos el más antiguo. Los científicos estiman que el Amazonas tiene aproximadamente 55 millones de años; la selva tropical mucho más pequeña de Daintree en Australia se remonta a 180 millones de años y es el bosque más antiguo de la Tierra.
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Los árboles del Amazonas no son exactamente los pulmones del planeta
Contrariamente a la creencia popular, la selva amazónica en realidad produce el 20 % del oxígeno del mundo. Wallace Broecker, un geoquímico estadounidense y profesor de ciencias ambientales y de la tierra en la Universidad de Columbia, desacreditó el mito popular ya en 1996. Desde entonces, varios otros científicos también han refutado la estadística, incluido el científico climático y ambiental Jonathan Foley. Es cierto que a diario, los árboles utilizan el sol para transformar mediante la fotosíntesis grandes cantidades de dióxido de carbono de la atmósfera, convirtiéndolo en oxígeno. Sin embargo, hormigas, termitas, bacterias y hongos pronto la consumen. Después de que se pone el sol, los árboles también usan parte de ese oxígeno para permitirles continuar creando energía. El resultado final es que los árboles producen, en el mejor de los casos, un pequeño porcentaje, muy cercano al 20% del oxígeno del mundo.
3. La selva amazónica contiene una biodiversidad sin igual
La selva amazónica es uno de los hábitats con mayor biodiversidad del planeta; según Greenpeace, en él viven más de 3 millones de especies de animales. En el Amazonas, encontrarás al jaguar, que es el felino más grande de Sudamérica, que se alimenta de venados, armadillos, monos y lagartos. Sin embargo, no sería aconsejable que un jaguar se peleara con un caimán negro: con más de 16 pies de largo, este poderoso cocodrilo es el depredador más grande del Amazonas. Compartiendo el agua está la anaconda, la serpiente más pesada y poderosa del mundo. Otras criaturas notables en el bosque incluyen el capibara; el solitario tapir amazónico, con su trompa rechoncha; y el perezoso de tres dedos, una de las criaturas más lentas del mundo.
4. La tasa de deforestación es alarmante
Es difícil determinar el tamaño exacto del área cubierta por las selvas tropicales del mundo, en general porque es inaccesible y porque la rápida tasa de deforestación dificulta mantener cifras actualizadas. Lo que sí saben los científicos es que cada año se queman millones de acres de terreno. Según Conservation International, el Amazonas perdió alrededor de 3.600 millas cuadradas de selva tropical en 2015, lo que equivale a un área del tamaño del estado de Maine. Desde entonces, la tasa de deforestación en la Amazonía ha tenido una tendencia ascendente. Se está deforestando la tierra para la ganadería, la tala y la agricultura no sostenible. Las empresas también extraen oro y extraen petróleo en los bosques, y como las comunidades demandan nuevas viviendas, los proyectos de infraestructura como la construcción de carreteras también contribuyen al problema.
5. Sus plantas brindan una gran cantidad de beneficios para la salud
Los grupos Indígenas tratan la selva tropical como un gran botiquín de medicinas. Aproximadamente 80.000 especies de plantas se pueden encontrar en el bosque tropical, muchas de las cuales tienen propiedades beneficiosas para la salud. El guaraná, por ejemplo, contiene cuatro veces más cafeína que el café. Se usó en el Amazonas como tónico mucho antes de que los fabricantes de bebidas deportivas y energéticas lo supieran. Igualmente conocido es el uso de la quinina, que se extrae de la corteza del árbol de quina y se utiliza tradicionalmente en el tratamiento de la malaria. Los pueblos Indígenas también usan las hojas de matico como tratamiento para la tos, para aliviar las náuseas y como antiséptico. La corteza y los tallos de Chondrodendron tomentosum, similar a una vid, son una fuente para la preparación del curare, que los cazadores Indígenas solían usar como veneno para las flechas. Sus propiedades relajantes musculares e inductoras de parálisis se han estudiado para mejorar nuestra comprensión de los tratamientos para el tétanos, la enfermedad de Parkinson y la esclerosis múltiple.
6. Más de 400 tribus Indígenas llaman hogar a la selva tropical
Survival International sugiere que alrededor de 1 millón de pueblos Indígenas habitan la selva amazónica. Forman alrededor de 400 tribus diferentes, cada una con su propio idioma, cultura e identidad. Algunos son nómadas, pero la mayoría vive en asentamientos permanentes cerca del río, lo que les permite cazar, cultivar, pescar y acceder a servicios como la atención médica y la educación. Algunos grupos Indígenas, quizás alrededor de 15 en Perú y al menos el doble en Brasil, son reconocidos como "no contactados" y viven una vida aislada en lo profundo de la selva. Sin embargo, informes recientes indican que algunos están eligiendo hacer contacto con el mundo exterior.
7. Iquitos, la ciudad más grande del mundo sin conexión por carretera
Los jesuitas fundaron el puerto peruano de Iquitos en 1757, y la población de la ciudad floreció cuando comenzó el comercio del caucho a fines del siglo XIX. Hoy, el casco urbano de Iquitos cuenta con casi medio millón de habitantes. Se cree ampliamente que es la ciudad más grande del mundo sin conexión por carretera con el mundo exterior. Para llegar, la mayoría de los visitantes toman un vuelo desde Lima. Los suministros esenciales llegan por vía aérea, aunque la mayor parte de lo que necesita la ciudad se transporta en barcos de carga a lo largo del río Amazonas. Pequeñas embarcaciones viajan entre Iquitos y los asentamientos periféricos, mientras que barcos más grandes transportan a turistas deseosos de experimentar la naturaleza y la vida silvestre que se encuentran en la remota selva tropical.
8. Hay un teatro de ópera en la jungla
Al otro lado de la frontera, en Brasil, la fortuna de otra ciudad aumentó y disminuyó con la industria del caucho. Manaos ya era una próspera ciudad portuaria en el siglo XIX, gracias a su ubicación en la confluencia del Río Negro y el Solimões, que se unen para formar el Río Amazonas. Pero a medida que la creciente popularidad de la bicicleta y del automóvil, pronto creó una demanda sin precedentes de caucho, la ciudad floreció. Su población creció rápidamente a medida que los inmigrantes acudían a la ciudad en busca de trabajo. La construcción de la Ópera de Manaos, que se inauguró en 1897, fue un ejemplo de la superación común a fines de siglo, y un mensaje para el resto del mundo del nivel al que esta ciudad amazónica había alcanzado. Sin embargo, su éxito sería de corta duración. Cuando la industria colapsó, incapaz de competir con sus competidores asiáticos, el teatro fue una víctima y cerró en 1924. Afortunadamente, reabrió sus puertas en la década de 1990 y ahora presenta conciertos y representaciones.
Para el Sierra Club la conservación de estas inmensas selvas es esencial. La inmensa biodiversidad de sus criaturas y las comunidades Indígenas que en ella viven son de vital importancia. Además la desaparición de este bosque tropical traería consecuencias catastróficas que agravaría la crisis climática mundial.