Adaptado al español por Gretchen Fournier del artículo publicado en Mother Jones.
La feroz ola de calor que se está apoderando de gran parte del sur y el oeste de los EE.UU. ha puesto de relieve una tendencia incómoda y siniestra: la gente sigue mudándose en masa a ciudades que corren el riesgo de volverse inhabitables debido a la crisis climática.
Algunas de las ciudades de más rápido crecimiento en los EE.UU. se encuentran entre las que están siendo azotadas por temperaturas récord que están afectando a más de 100 millones de estadounidenses. Más de una docena de incendios forestales están arrasando áreas desde Texas hasta California y Alaska, y se temen cortes de electricidad en lugares donde la red energética está bajo presión. San Antonio, Texas, que en los pasados 12 meses aumentó su población más que cualquier otra ciudad de los Estados Unidos ya ha tenido más de una docena de días por encima de los 100°F este verano.
Phoenix, segundo en el ránking de crecimiento de población, en los pasados días alcanzó temperaturas de 104°F y este año ha sufrido un número récord de muertes relacionadas con el calor. Mientras tanto, Fort Worth, Texas, tercero en la lista ha tenido advertencias de temperaturas, las cuales pudieran alcanzar los 109°F.
Las ciudades que se extienden a lo largo del llamado "cinturón del Sol" del sur y suroeste de los Estados Unidos han disfrutado en los últimos años de auges demográficos, con personas atraídas por la promesa de propiedades baratas, inviernos cálidos, costo de vida más barato y abundantes empleos gracias a que varias grandes corporaciones han trasladado sus centros operacionales base a estos lugares.
Pero este crecimiento ahora choca con la realidad de la emergencia climática, con partes de esta área atravesando la peor sequía en más de 1.000 años, incendios forestales sin precedentes y un calor punitivo que está desencadenando una variedad de condiciones médicas.
“Ha habido un enorme crecimiento y ha tenido un costo”, dijo Jesse Keenan, experto en adaptación climática de la Universidad de Tulane. Keenan señaló que desde la década de 1990, varios estados han eliminado las regulaciones de vivienda para estimular el desarrollo que ahora ha dejado a varias ciudades, como Scottsdale, Arizona, luchando por asegurar suficiente agua para sobrevivir. “La desregulación realmente está alcanzando a las comunidades que hoy están pagando ese precio”, dijo Keenan.
“Estamos viendo lugares que se quedan sin agua, no hay controles de subdivisión adecuados para garantizar que haya suficientes árboles para ayudar a reducir el calor y muchos suburbios llenos de automóviles crean contaminación del aire que solo empeora con el clima cálido. Hemos llegado a un punto crítico”.
Algunas ciudades han intentado responder al aumento de las temperaturas plantando árboles, lo que ayuda a refrescar el área circundante y proporciona centros de emergencia donde las personas pueden disfrutar de sombra, pero estos esfuerzos a menudo son fragmentarios y carecen de fondos suficientes, según Sara Meerow, experta en planificación urbana en la Universidad Estatal de Arizona.
“El calor extremo que experimentan las ciudades ahora es causado por una combinación del cambio climático y el efecto “isla” producido por el calor urbano”, dijo Meerow. “La rápida expansión urbana, o sea superficies más impermeables como carreteras y edificios y el calor residual de automóviles y edificios, generalmente exacerba lo que se conoce como el efecto “isla” dentro de la urbe, lo que significa que estas ciudades son aún más calientes”.
A medida que los Estados Unidos, como el resto del mundo, continúa calentándose, la crisis climática debería convertirse en un factor más importante al elegir un lugar para vivir, ya que los jubilados ya comienzan a evitar Arizona, tradicionalmente un lugar favorito para ellos, según Keenan. “Se está dando un aumento de la mortalidad prematura, incluso un aumento de la diabetes debido a la deshidratación, los impactos cardíacos, etc.”, dijo. “Los prestamistas hipotecarios están comenzando a analizar los riesgos de prestar dinero para un lugar que no tiene suministro de agua, ya que no es una buena inversión. Los mercados de capitales se están volviendo sabios con estas cosas”.
“Y estamos viendo los límites del crecimiento, la asequibilidad de la vivienda y el impacto de las pobres decisiones sobre dónde y cómo construir”, agregó. “Estamos pagando el precio de todo eso ahora”.
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