En este Mes de la Herencia Hispana tenemos que preguntarnos: ¿Somos una comunidad desheredada?
La riqueza de nuestra contribución a la cultura y progreso de Estados Unidos es inconmensurable. Cualquier estadounidense puede ver nuestra profunda influencia en la vida política y cultural de nuestro país, y nuestra enorme contribución laboral y económica.
Aún así, nuestra herencia cultural y natural está en serio peligro.
“Estamos viendo un deterioro de nuestra herencia cultural”, dice Maite Arce, presidenta de Hispanic Access Foundation (HAF). “Se están destruyendo nuestros parques e importantes lugares históricos debido al desarrollo abusivo, la política local y la enorme complejidad del proceso de protección de esos lugares”.
Usando varios ejemplos por todo el país, un estudio de HAF revela que “lugares que conmemoran la herencia latina se excluyen desproporcionadamente a la hora de catalogarlos como sitios oficialmente protegidos”.
El reporte se centra en lugares que representan las profundas raíces arquitectónicas, culturales e históricas de la comunidad latina “para protegerlas, compartirlas y celebrarlas como parte de la narrativa estadounidense”.
Castner Range, por ejemplo, se alza como un oasis de naturaleza y sosiego en medio del bullicio de El Paso, TX. No solo sirve como cuenca esencial para reabastecer el acuífero de la zona, sino que también es hogar ancestral de los apaches y comanches y contiene innumerables restos arqueológicos de estas culturas indígenas.
El Parque de la Amistad, en San Diego, junto a la frontera, sirve de puente entre las culturas de Estados Unidos y México. En 1971, la primera dama Patricia Nixon inauguró el parque esperando que “nunca sea un muro entre estas dos grandes naciones para que la gente extienda su mano en gesto de amistad”. El parque es hoy más necesario que nunca.
Hazard Park está íntimamente relacionado con la mayor protesta de estudiantes de secundaria de la historia de Estados Unidos. En 1967, decenas de miles de jóvenes chicanos salieron a las calles a protestar por las pésimas condiciones académicas de sus escuelas. Hoy el parque es una de las raras zonas verdes del Este de Los Angeles.
Otros lugares mencionados en el estudio son Chepa’s Park (California), Duranguito (Texas), La Bodega de Doña Fefa (Rhode Island) y el Río Gila (Nuevo México).
“Tratamos de descubrir la historia compartida y diversas narrativas por medio de una investigación exhaustiva. Pero no es suficiente con solo sacar estas historias de las sombras. Tenemos que asegurarnos de que estos lugares sean protegidos federalmente”, dice Manuel Galaviz, uno de los autores del estudio.
Esta brecha en el reconocimiento de nuestra herencia natural se asemeja al gran déficit de acceso a la naturaleza que padecemos los latinos.
“La mayoría de los niños de color vive en lugares donde existe una brecha de naturaleza, sin espacios verdes abiertos, por tanto, carecen de los beneficios del acceso al aire libre”, dice Arce. “Tenemos que convertir los espacios abiertos de estas comunidades en parques locales para el disfrute de todos nosotros”.
Según otro estudio de HAF, el 70% de las comunidades de color vive en áreas sin parajes naturales, tienen el triple de probabilidades que las blancas de vivir en dichos lugares y sufren desproporcionadamente la destrucción de zonas naturales.
Está demostrado que el disfrute de la naturaleza reporta inmensos beneficios para los niños. No solo ayuda a reducir los síntomas del trastorno de déficit de atención, obesidad, miopía y falta de vitamina D. Además, reduce la violencia, depresión y ansiedad, y estimula el aprendizaje y ayuda a mejorar las calificaciones escolares.
El país saca un suspenso en facilitar nuestro acceso a la naturaleza y en proteger nuestra herencia cultural. Que este Mes de la Herencia Hispana sirva de aliciente para lograr que esta lamentable situación sea una reliquia del pasado.
Are We Latinos a Disinherited Community?
In this Hispanic Heritage Month, we Latinos need to ask ourselves: Are we a disinherited community?
The richness of the Latino contribution to the progress of the US is immeasurable. Any American can see our profound influence in the country’s political and cultural life, and our enormous labor and economic input.
Yet our cultural and natural heritage is in serious peril.
“We are seeing a deterioration of our cultural heritage,” says Maite Arce, president of Hispanic Access Foundation (HAF). “Our parks and important historical sites are being destroyed due to abusive development, local politics and the great complexity of the process to protect these sites.”
By featuring several examples across the country, a HAF study reveals that “sites that commemorate Latino heritage are disproportionately excluded when it comes to officially designated heritage and conservation sites.”
The report focuses on places that represent the profound architectural, cultural and historic roots of the Latino community “to protect, share and celebrate them as part of the American narrative.”
Castner Range, for instance, rises as an oasis of nature and serenity in the middle of the El Paso, TX, hustle and bustle. Not only does it serve as an essential basin to replenish the area’s aquifer, but it also is the ancestral land of Comanches and Apaches and contains a multitude of archaeological sites of these two Tribal cultures.
Friendship Park, in San Diego, right on the border, serves as a bridge between the American and Mexican cultures. In 1971, First Lady Patricia Nixon inaugurated the park hoping that “may there never be a fence between these two great nations so that people can extend a hand in friendship.” The park is more necessary now than ever.
Hazard Park is closely related to the largest high school student walkout in US history. In 1967, tens of thousands of Chicano students hit the streets protesting against the awful academic conditions of their schools. Today, the park is one of the very rare green spaces in East Los Angeles.
Other sites mentioned in the study are Chepa’s Park (California), Duranguito (Texas), Fefa’s Market (Rhode Island) and the Gila River (New Mexico).
“We sought to uncover the shared history and diverse narratives through extensive research and community outreach. However, it is not enough to simply bring these stories out from the shadows. We must ensure these places are federally protected,” said Manuel Galvaiz, one of the authors of the report.
This gap in the acknowledgment of our natural heritage resembles the great deficit of access to nature we Latinos experience.
“Most children of color live in places where there exists a nature gap, without open, safe green spaces; therefore, they lack the benefit that comes with access to nature and green spaces,” says Arce. “We need to turn unused open spaces in these communities into local parks and green spaces and make them available to all of us.”
According to another HAF study, 70 percent of communities of color live in areas without access to nature, they are three times more likely to lack nature access than white communities, and they disproportionately suffer the consequences of nature destruction.
It is a proven fact that enjoying nature provides enormous benefits for children. Not only does it help reduce the symptoms of attention deficit hyperactive disorder, obesity, myopia and lack of vitamin D, but it also reduces violence, depression and anxiety; stimulates learning, and helps improve academic performance.
The country gets an F in facilitating Latinos’ access to nature and protecting our cultural heritage. May this Hispanic Heritage Month serve as a motivation to turn this lamentable situation into a relic of the past.