No llores por mí California/ Don’t Cry for Me California

(English Follows)

A bien entrado 20 años el siglo XXI asombra que todavía existan personas que no crean en la ciencia, o que los terribles daños causados por incendios, huracanes, sequías e inundaciones sean debido al cambio climático, comenzando por el propio presidente Trump. Por eso se entiende lo poco que le importa lo que ocurra a quienes perdieron sus hogares en California o los problemas de salud causados por los voraces incendios forestales, cuando twitteó hace poco:

“California is going to hell. Vote Trump!” (California se va al infierno. ¡Vota por Trump!)

California ha sido uno de los estados más castigados no sólo por los efectos del cambio climático sino por los ataques de ira del presidente Trump. La negativa en enviar el dinero necesario de los fondos de emergencia para combatir los incendios porque los californianos no lo apoyaban resulta criminal y abusivo. 

Así lo declaró el exjefe de gabinete del Departamento de Seguridad Interna (DHS, por sus siglas en inglés) Miles Taylor dijo, “Trump estaba tan furioso que nos dijo que dejásemos de darle dinero a las personas que perdieron sus casas en California  porque la gente no lo apoyó”.

La población latina que vive en este estado, una de las más numerosas del país, también ha sido una de las más afectadas debido a la contaminación. Se calcula que uno de cada tres latinos en California viven en el 20% de las comunidades más contaminadas del estado, debido a su cercanía a las industrias y autopistas. 

La emisión de gases que producen las fábricas, las refinerías y los vehículos calientan el aire, logran un efecto invernadero que aumenta la temperatura y contribuye a acelerar el cambio climático. Las consecuencias están a la vista, incendios cada vez más frecuentes y destructivos que según Cal Fire (entidad que recopila esta información desde 1987) han arrasado este año 2020 solo en California con 810 mil hectáreas, tristemente superando el récord establecido en el 2018. Eso sin contar otros estados como Oregon, Washington, Idaho, Colorado y Utah cuyos bosques han sido convertidos en cenizas

Por eso este año el tema del cambio climático se ha ubicado como uno de los más importantes de las próximas elecciones, junto a la pandemia, y la incertidumbre por la recuperación económica. 

California tiene una preocupación adicional que mantiene en jaque a las comunidades latinas, la suerte de miles de inmigrantes que viven bajo la amenaza del gobierno Federal.



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Desde que comenzó el gobierno de Trump hace casi 4 años las relaciones entre la Casa Blanca y California han sido una pelea de perros y gatos debido principalmente a su intento por restringir la inmigración.

Una y otra vez ha firmado acciones ejecutivas para restringir la inmigración basada en la reunificación familiar, incluso ha separado a miles de familias migrantes en la frontera de forma inhumana. El resultado es que hoy aún existen más de 500 niños separados de sus padres forzosamente cuyo paradero se desconoce.

Ha intentado derogar las protecciones federales para los jóvenes inmigrantes que ingresaron ilegalmente al país cuando eran niños y eludieron el rechazo de la Corte Suprema a sus planes. California tiene más residentes cubiertos por esas protecciones, conocidas como Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, o DACA, que cualquier otro estado. Ha criticado fuertemente que en California se le dé protección a los inmigrantes ilegales y que la policía no contribuya a detenerlos.

También puso fin al Estatus de Protección Temporal para los refugiados TPS, de El Salvador y otros países centroamericanos, un número desproporcionado de los cuales viven en California.

La retórica y las redadas han recrudecido el miedo y la incertidumbre en las comunidades de inmigrantes en California. La inmensa mayoría de estos trabajadores no han dejado de trabajar ni un momento para que muchas de las funciones básicas del estado sigan funcionando y sobretodo los alimentos sigan llegando a las mesas de millones de estadounidenses.

Precisamente ese discurso cargado de amenazas ha llevado a muchos a no contarse en el Censo Nacional, un requisito importante para que el congreso pueda asignar recursos a los estados y comunidades. 

Si a esto le sumamos los desastres naturales causados por efectos del cambio climático, California y sobretodo la población latina tiene sobradas razones para salir y votar en estas elecciones. 

El Sierra Club, la organización medioambiental más grande e influyente de los Estados Unidos, respalda al candidato democrático, al ex Vicepresidente Joe Biden.

 English

Twenty years into the 21st century, it’s surprising that there are still people who don’t believe in science or that the terrible damage caused by fires, hurricanes, droughts, and floods is due to climate change, starting with President Trump himself. That helps explain how little he cares about what happens to those who lost their homes in California or the health problems caused by raging wildfires, as he recently tweeted:

“California is going to hell. Vote Trump!”

California has been one of the states hardest hit not only by the effects of climate change but also by President Trump's angry outbursts. His initial refusal to send relief from emergency funds to fight the fires because Californians did not support him is criminal and abusive.

As stated by former DHS chief of staff Miles Taylor, he said, “He told us to stop giving money to people whose houses had burned down because he was so rageful that people in the state of California didn’t support him."

The Latino population in this state, one of the largest in the country, has also been one of the most affected due to pollution. It is estimated that one in three Latinos in California lives in a community that’s in 20th percentile for pollution, due to proximity to industries and highways.

The emissions produced by factories, refineries, and vehicles contribute to the greenhouse effect that is accelerating climate change. The consequences are plainly visible:  increasingly frequent and destructive fires that, according to CAL Fire (which has collected this data since 1987), have resulted in a devastating 2020 in California alone, with 810,000 hectares burned, sadly surpassing a record established in 2018. And that’s not counting other states like Oregon, Washington, Idaho, Colorado, and Utah whose forests have been turned to ash.

That is why this year the issue of climate change has been ranked as one of the most important in the upcoming elections, along with the pandemic and uncertainty due to the economic recovery.

California has an additional concern for Latino communities: the fate of thousands of immigrants living under threat from the federal government.

Since the start of the Trump administration almost four years ago, relations between the White House and California have been a dog and catfight, mainly due to attempts to restrict immigration.

Time and again, Trump has signed executive actions to restrict immigration based on family reunification, even inhumanely separating thousands of migrant families at the border. The result is that today there are still more than 500 children who have been forcibly separated from their parents, whose whereabouts are unknown.

Trump has sought to repeal federal protections for young immigrants who entered the country illegally as children, and he has evaded the Supreme Court's rejection of his plans. California has more residents covered by those protections, known as Deferred Action for Childhood Arrivals, or DACA, than any other state. Trump has been strongly critical of California for providing protection to illegal immigrants and for not having police help to detain them.

He also ended temporary protected status (TPS) for refugees from El Salvador and other Central American countries, a disproportionate number of whom live in California.

Trump’s rhetoric and raids have exacerbated fear and uncertainty in immigrant communities in California. The vast majority of these workers have continued to work so that many of the basic functions of the state will continue to function and, above all, so that food continues to reach the tables of millions of Americans.

Precisely this kind of discourse, loaded with threats, has led many Latinos to not be counted in the national census, an important requirement for Congress to be able to allocate resources to states and communities.

If we add to this the natural disasters caused by the effects of climate change, California and especially the Latino population have more than enough reasons to go out and vote in these elections.

The Sierra Club, the largest and most influential environmental organization in the United States, has endorsed the Democratic candidate, former Vice President Joe Biden.