La “caca” de aves marinas vale millones, pero oculta un terrible secreto / Seabird “poop” is Worth Millions

Artículo original de Fabián Capecchi

 

Poco después de haber comenzado a escribir un artículo sobre un estudio científico que propone promover el “guano”, es decir, los excrementos de las aves marinas, cuyo valor alcanza millones de dólares para protegerlas, me tropecé con una realidad muy distinta tras esa industria.  

Ciertamente el guano es muy apreciado como fertilizante orgánico pero esconde detrás una terrible historia de explotación humana de comunidades desfavorecidas en Latinoamérica.

Las propiedades del guano como fertilizante son conocidas desde tiempos inmemoriales. Los Incas lo utilizaban para añadir nutrientes a sus cultivos, y durante la colonia continuó la explotación de esa inmensa riqueza. Llegó a tal magnitud que el Perú fue conocido también como “la república del guano”, despertando incluso la codicia de otras naciones que le hicieron dos guerras para controlar su explotación.  

¿Por qué el guano es tan valioso? 

Si obviamos su hedor, bastante desagradable, y nos enfocamos en el alto contenido en nitrógeno, fósforo y potasio que contiene, resulta ser el mejor fertilizante orgánico no solo para los cultivos sino para los propios ecosistemas marinos. En los arrecifes de coral, los nutrientes depositados por el guano resultan vitales pues pueden aumentar la biomasa de peces, es decir la cantidad de peces en un arrecife, y su tamaño hasta en un 48%.


Su valor anual se estima en $500 millones de dólares, por eso un estudio científico propone que ese producto sirva para ayudar a proteger a las aves marinas. Pero al igual que muchas grandes fortunas, esa industria esconde un crimen detrás.
El método de extracción de treinta mil toneladas de excrementos de más de 3 millones de gaviotas, pelícanos, cormoranes, y pingüinos que no ha variado desde hace cuatrocientos años, se hace utilizando mano de obra esclava. 

El oro apestoso


Para que ese “perfumado producto” llegue al mercado requiere que 400 recolectores de guano, llamados “campañeros” provenientes de los lugares más pobres del Perú,
sean dejados en las islas guaneras del Perú descalzos, con apenas algo de agua, una pala y un azadón para raspar la capa de 30 centímetros de guano con el cual llenarán un montón de sacos de 50 kilos con el excremento de las aves marinas y cargarlos hasta los botes. 

Estos jornaleros trabajan bajo el sol del océano Pacífico, trepando las rocas de los acantilados como arañas para raspar, cepillar y extraer el guano. A pesar de que los  hombres van envueltos en trapos para evitar que el guano se les adhiera al cuerpo, algunos no tienen mascarillas, ni guantes y mucho menos un seguro médico en jornadas que comienzan a las 5:30 am y culminan al atardecer, durante 8 meses al año.


El Perú llegó a producir en el siglo XIX durante la revolución industrial hasta  300.000 toneladas de guano anualmente, cuando 30 millones de aves dejaban una gruesa capa de 50 metros de espesor. La diferencia es que el trabajo de recogida del guano antes  lo hacían trabajadores inmigrantes chinos, presidiarios o desertores del ejército, hasta que estos trabajadores esclavos fueron sustituidos por gente muy pobre, en su mayoría analfabetos provenientes de Cajamarca o Áncash, dos regiones muy pobres del Perú. 

No todo lo que brilla es oro


Cada vez que nos hablan de un producto ecológico, tenemos que estar alerta,
pues puede que lo sea, pero su obtención viene de la explotación de comunidades pobres, en condiciones espantosas. Nadie pone en duda la importancia de este recurso natural tan valioso, tanto como fertilizante como para el propio ecosistema, pero también es importante presionar para que las condiciones de los trabajadores de estas islas mejoren y reciban además de un salario justo, condiciones adecuadas de seguridad y beneficios por su trabajo.

En el Sierra Club creemos que es importante proponer ideas para proteger a las aves marinas así como los ecosistemas del mar, pero nunca a costa de una explotación inhumana de comunidades económicamente deprimidas.