Escrito por Isa Traverso para el Sierra Club.
La hondureña Berta Cáceres murió asesinada a los 44 años por oponerse a la construcción de un proyecto hidroeléctrico, impulsado por la empresa nacional Desarrollos Energéticos (Desa). En el 2017, John Gibler escribió lo siguiente sobre el caso de Berta Cáceres, “cuando tomó las riendas de la lucha contra la represa de Agua Zurca, el gobierno golpista ya la tenía identificada como su adversaria. En este contexto, Cáceres se convirtió en el blanco de una campaña sucia supuestamente dirigida por DESA y funcionarios hondureños”.
El 3 de marzo de 2016 casi a la medianoche, hombres armados entraron a su casa en La Esperanza, y asesinaron sin piedad a Berta Cáceres. Un año antes de su partida, Berta recibió el premio Goldman Environmental, que es como un Nobel del ambientalismo, por su labor como activista en contra de la hidroeléctrica de Agua Zarca. Berta, nacida en la comunidad Lenca y gran defensora de los indígenas, fue además una luchadora feminista en una región donde todavía hoy en día vale más el poder del dinero que la causa de proteger el planeta.
Recientemente, John Gibler publicó en el Sierra Club su análisis (en inglés) del nuevo libro sobre el caso, titulado Who Killed Berta Cáceres? escrito por la periodista Nina Lakhani. Acerca de dicho libro, Gibler comenta: “Lakhani detalla cómo Honduras se ha convertido en un estado criminal donde la justicia es casi imposible de conseguir. Y ella tiene claro que una parte de la culpa recae en Estados Unidos, que ha sido cómplice en la construcción de un estado de contrainsurgencia en Honduras durante la "Guerra Fría", y en supervisar su transformación en un "estado criminal", entre otras cosas.”
Asimismo, añade que Lakhani está bien preparada para contar la historia de la vida y el asesinato de Cáceres, no solo porque cubrió como reportera México y América Central durante seis años, sino que también conoció a Cáceres en el 2013, mientras informaba acerca de la lucha contra la represa en el río Gualcarque. La periodista viajó a Honduras en el 2016 para cubrir el asesinato de Cáceres y para el juicio en el 2018. Lakhani, como Cáceres y muchos otros líderes del movimiento social hondureño, fue blanco de campañas de difamación.
Pero, ¿qué ha pasado con los asesinos?
John Gibler añadió en su artículo que, “En diciembre de 2018, después de un juicio de cinco semanas...siete hombres fueron condenados por matar a Berta Cáceres: cuatro como autores materiales y tres como intermediarios… Sin embargo, en el último minuto, el tribunal prohibió a la familia de Cáceres y a su abogado participar en el juicio (su derecho según la ley hondureña)... Solo una persona ha sido acusada como autor intelectual en el caso. Ese es David Castillo Mejía, un graduado de West Point, ex oficial de inteligencia del ejército hondureño y el presidente de DESA, la compañía detrás de la propuesta de construir la represa en el río Gualcarque… Aunque Castillo fue arrestado hace más de dos años, todavía tiene que enfrentar un juicio.”
Un reporte de la BBC de diciembre del 2019 dice que según la familia de Cáceres, “existen más autores intelectuales del crimen, citando ejecutivos de la empresa Desa y otros empresarios ligados al sector eléctrico, funcionarios del gobierno y militares. El tema de este homicidio es que aún continúa estando en los medios internacionales, afortunadamente, porque solo así puede que se haga justicia. Este 27 de julio, Bloomberg presentará (en inglés) un podcast investigativo llamado Blood River (Río de Sangre), una travesía de 4 años a través de círculos de poder para encontrar a los asesinos de Berta Cáceres. Lo más probable es que tengamos mejor idea de quiénes están detrás del asesinato después de escuchar el programa que además revela que más de 100 ambientalistas murieron a manos del crímen en los 5 años antes de que mataran a Berta.
Hoy, y desde 2017, Bertha Zúñiga Cáceres, hija de Berta Cáceres, lleva la batuta en el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH), organización que su madre ayudó a fundar y que esperemos perdure en el tiempo, victoriosa. En el Sierra Club aplaudimos a todos los guerreros activistas, ambientalistas y trabajadores que continúan su misión aún cuando sus vidas corren peligro. Asimismo, vamos a no quedarnos callados ni de brazos cruzados cuando vemos injusticias como ambientalistas asesinados. Seamos la voz de los desprotegidos, de los indígenas a quienes les roban las tierras, de las minorías acosadas. Todos tenemos una Berta Cáceres por dentro, y hónrala.