Dice el refrán que el sol es la frazada de los pobres. Gracias a la tecnología, también es la calefacción, el aire acondicionado, la luz y el resplandor que ilumina un porvenir de energía limpia.
La industria solar es el rubro de mayor crecimiento en toda la economía del país. Actualmente emplea a más de 200.000 trabajadores, decenas de miles de ellos hispanos, el doble que la minería del carbón. Y para la comunidad hispana, la energía solar es una bendición por partida triple.
“Desde que instalé mis paneles solares en mi casa el año pasado, gasto la mitad de lo que me costaba la energía sucia”, dice Oscar Medina, cliente de la compañía Solar City en Tucson, AZ. “No solo mantiene mi hogar fresco en el desierto de Arizona, sino que además no consumo electricidad procedente del sucio carbón”.
Uno de esos miles de trabajadores hispanos de esta industria es Roberto “Bobby” Rosthenhousler, otro residente de Tucson, cuya madre es de Los Mochis, México. Su respaldo es entusiasta.
“Si tú eres hispano, esta es una carrera con futuro”, dice Bobby, quien instala paneles para la empresa Net Zero Solar. “Mientras esté ahí el sol, vamos a tener un empleo. Quiero ser un pionero porque solo hay espacio para crecer en esta industria”.
Pero sobre este rubro se ciernen negros nubarrones —la codicia de las compañías eléctricas convencionales. En los últimos cuatro años, el explosivo crecimiento de los paneles solares se ha convertido en una severa amenaza contra un sistema arcaico basado en un modelo monopolístico que depende de energía sucia.
Un buen ejemplo de esto es la compañía eléctrica Tucson Electric Power (TEP), la cual depende en gran parte de la generación de energía carbonera, incluyendo su Estación de San Juan, en el norte de Nuevo México.
En unas semanas, TEP deberá revisar su plan energético para los próximos años, lo cual le ofrece la oportunidad de deshacerse de al menos parte de su portafolio carbonero y ampliar su oferta de energía limpia y renovable. En cambio, TEP planea mantener su Estación de San Juan, subir las tarifas a sus clientes y socavar a la industria de paneles solares individuales de Arizona con más cargos a usuarios como Oscar.
Las compañías eléctricas justifican este encarecimiento diciendo que los clientes de paneles solares siguen dependiendo de la red de distribución eléctrica sin pagar debidamente por ello. Sin embargo, estudio tras estudio indica que la energía de paneles solares reduce la presión y el desgaste de la red al depender menos de ella. Y además limita la construcción de nuevas plantas energéticas sucias y caras, reduciendo sustancialmente la contaminación carbonera y su contribución al cambio climático.
Este abuso de las compañías convencionales pinta un desolador panorama para los usuarios de paneles solares. Sin embargo, el progreso es imparable. Un estudio de la Universidad de Cambridge asegura que pronto los paneles solares serán más competitivos que la energía de combustibles fósiles. Y esto aterra a los dinosaurios energéticos.
“Tienen que dejar competir a otras compañías que protegen el medio ambiente y ofrecen un servicio que beneficia principalmente a las familias trabajadoras”, dice Oscar. “Está claro que TEP debe parar la contaminación que nos enferma especialmente a los hispanos”.
“Mi hijo de cuatro años es autista”, dice Bobby. “Y esa es otra razón por la que trabajo en la energía limpia. Me preocupa que todos esos contaminantes en el aire afecten a mi hijo. Esto es algo que puedo hacer por él”.
Por más que lo intenten las compañías convencionales, el sol no lo puedes tapar con una sombrilla.