Washington, DC — Miembros de las comunidades de Alaska, junto con expertos en derrames petroleros, clima y perforaciones costeras, se reunieron hoy en Washington, DC, para conmemorar el 25 aniversario de la catástrofe del tanquero Exxon Valdez. El 24 de marzo de 1989, la nave derramó más de 11 millones de galones de crudo en la Ensenada Prince William de Alaska, cubriendo 1,300 millas de costa —el equivalente a toda la costa de California. Un cuarto de siglo más tarde, el medio ambiente y la economía local siguen sin recuperarse, y los planes de perforar en busca de petróleo en las costas árticas muestran que se han aprendido pocas lecciones.
Athan Manuel, director del Programa de Terrenos del Sierra Club, durante la conferencia de prensa (Foto: J. Sierra)
“Nuestra pesca y estilo de vida colapsó del día a la noche. Los bancos de arenque y salmón desaparecieron y nunca se han recuperado. La pesca del arenque significaba el 50% de nuestros ingresos anuales y nos daba comida y empleos a nuestras familias. ¿Y qué hemos aprendido en estos 25 años? Yo sé que sin importar dónde ocurra un derrame petrolero, ni la industria ni el gobierno pueden limpiarlo, digan lo que digan al público. También aprendimos que la preservación es la clave de cualquier tipo de restauración, ya sea hábitat, cultura o lenguas indígenas en peligro”, dijo el indígena eyak Dune Lankard, pescador comercial y de subsistencia.
El derrame petrolero causó daños devastadores a la fauna, desde aves acuáticas a la pesca del arenque, valorada en $300 millones anuales. El gobierno todavía tiene que considerar “recuperada” más de la mitad de las poblaciones de fauna, hábitats y servicios de recursos que quedaron devastados por el desastre. Muchas poblaciones animales se consideran “no recuperadas”, incluyendo el arenque y la manada de orcas AT1, la cual se teme que quedará extinta.
El desastre ilustra la dificultad de limpiar un derrame de crudo en condiciones árticas, y presagia más desastres en explotaciones costeras donde el riesgo de derrames petroleros es inevitable. Pese a esto, se continúa planeando perforar en el Océano Artico.
“La triste historia de nuestra dependencia de energía sucia es patente, al igual que los beneficios de elegir fuentes de energía limpia”, dijo Athan Manuel, director de la campaña de Protección de Terrenos del Sierra Club. “Los combustibles fósiles deben dejarse enterrados, y la administración Obama puede empezar por emitir una moratoria en el arrendamiento de permisos y el desarrollo en el Océano Artico”.
Perforar en el Artico también implica significativos riesgos climáticos. Explotar la energía sucia en esa región podría resultar en el doble de contaminación de carbono que ahorrarán los nuevos estándares de eficacia de la administración Obama. Esto anularía nuestros logros más importantes en la lucha contra el cambio climático.