Por Javier Sierra
En la batalla contra el cambio climático, los hispanos estamos en primera línea de fuego. Y nuestros mosqueteros son nuestros científicos.
Nosotros sufrimos desproporcionadamente los efectos del cambio climático debido a nuestras actividades profesionales —somos mucho más proclives a trabajar a la intemperie— y a las partes del país en las que vivimos. Pero estas son solo dos de las razones de nuestro extraordinario reconocimiento de este fenómeno y urgencia a combatirlo.
Tres climatólogos hispanos, todos pertenecientes a la Union of Concerned Scientists, ofrecen varias razones más para explicar este reconocimiento y la brecha de credibilidad que existe entre nosotros y la población en general.
Ana Prados, catedrática adjunta del Centro Conjunto de Tecnologías de Sistemas Terrestres de la Universidad de Maryland, lo atribuye a nuestros lazos internacionales como inmigrantes que somos.
“Los hispanos estamos en contacto con nuestros países de origen. Los gobiernos latinoamericanos están combatiendo el cambio climático y esto está integrado en sus políticas”, dice Prados, quien enseña no solo a sus alumnos sino también a funcionarios electos sobre la ciencia del cambio climático.
Roberto Mera, un Kendall Fellow de Atribución Climática, coincide en nuestra inclinación internacional, pero menciona una clave más.
“Los hispanos tienen más fe en la ciencia. Somos un grupo muy religioso, pero también apreciamos el mundo en el que vivimos”, indica Mera, quien contribuyó al estudio que reveló que casi el 70% de la contaminación de carbono en el mundo proviene de solo 90 compañías.
De hecho, una reciente encuesta realizada entre votantes hispanos por el Natural Resources Defense Council reveló que su principal fuente de información sobre cambio climático son los científicos.
Para Nicole Hernández-Hammer, subdirectora de investigaciones del Centro Floridano de Estudios Medioambientales, las razones tienen un fuerte carácter cultural.
“Los hispanos tenemos una especial preocupación por el medio ambiente y esto se ha identificado en las encuestas. Cuando hablo sobre cambio climático con mi familia, ellos me entienden”, dice Hernández-Hammer, quien se dedica a educar al público y funcionarios electos sobre los peligros de la elevación del nivel del mar en el sur de Florida. “Miami, económicamente, es la ciudad más vulnerable a la subida del nivel oceánico del mundo”.
En cambio, la población en general marcha en la dirección opuesta. Encuestas recientes muestran que la preocupación por el cambio climático entre los norteamericanos en general ha llegado a su punto más bajo. ¿Por qué?
“En parte, es por la interferencia de grupos como los Kock Brothers, ExxonMobil, Chevron, que están escondiendo hechos importantes con datos que no son realmente científicos”, dice Mera.
“Existe una campaña de desinformación”, coincide Hernández-Hammer. “Hay organizaciones que están creando un debate ficticio. Y cuando hay duda, causa confusión en el público y le hace pensar que no hay una conclusión científica”.
Para Prados, la clave está en la falta de educación científica.
“Yo enseño por todo el mundo y veo que los conocimientos científicos en Estados Unidos son más bajos que casi en cualquier otro lugar, incluyendo América Latina. A profesores en ciertas partes del sur del país no se les permite enseñar la ciencia del cambio climático y eso contribuye a esta falta de conocimiento”, dice.
Esta noción quedó tristemente confirmada en un reciente sondeo de la Fundación Nacional de la Ciencia, el cual reveló que uno de cada cuatro norteamericanos cree que el sol orbita alrededor de la tierra y solo un tercio de ellos cree que la ciencia y la tecnología deberían recibir más financiación.
¿Y cuáles son las soluciones?
“La clave está en que los científicos presenten estos temas a las comunidades de manera que les impacte, que expliquen sus vulnerabilidades, especialmente en zonas costeras”, dice Hernández-Hammer.
“Si educamos a nuestros ciudadanos, ellos van a educar a los funcionarios públicos. Y si estos lo oyen de sus propios ciudadanos, entonces tendrán que actuar”, sugiere Prados.
“Pero también la desinformación tiene que corregirse”, indica Mera. “Mientras siga siendo un obstáculo, habrá consecuencias.”
Los tres insisten en el sentido comunitario de esta pelea contra el cambio climático; en otras palabras, todos para uno y uno para todos.
Javier Sierra es columnista del Sierra Club. Sígalo en Twitter @javier_SC