Por Javier Sierra
La energía de viento, o eólica, y el futuro de nuestro clima están recibiendo un torbellino de buenas noticias.
El nuevo año comenzó con dos récords mundiales. España se convirtió durante 2013 en el primer país del mundo en el que la energía eólica aportó más electricidad que cualquier otra fuente durante un año completo, con un 21.1% del total y un cúmulo de casi 55 gigavatios (GV). Según la Asociación Empresarial Eólica de España, esta energía logró rebajar el precio de la electricidad a finales de 2013 de $150 por megavatio(MV)/hora hasta $7 por MV/hora.
Turbinas eólicas en el sur de España (Foto: J. Sierra)
Y Dinamarca en el mes de diciembre se convirtió en el primer país del mundo en el que más de la mitad de su energía consumida provino del viento, con un total del 54.8%. Concretamente, el 21 de diciembre, el viento fue suficiente para satisfacer toda la demanda energética danesa, y durante el resto del año, generó un tercio del total consumido.
Las buenas noticias también abundan aquí en casa. En Texas, durante el intenso frío que castigó prácticamente a todo el país durante la primera semana del año, la energía eólica acudió al rescate de una red eléctrica abrumada por la demanda. El 7 de enero, cuando varias plantas energética dejaron de funcionar, la energía eólica procedente del oeste del estado evitó un peligroso apagón. Es el resultado lógico de que Texas haya agregado más energía eólica a su red que cualquier otro estado.
Y en todo Estados Unidos, el torbellino de buenas noticias se ha convertido en un vendaval. En 2012, la capacidad eólica nacional sobre pasó los 60 GV, suficiente energía para alimentar 15 millones de hogares. Ningún otro país instaló más energía eólica que nuestro país en ese año. Y el viento agregó más electricidad a la red nacional que cualquier otra fuente, incluyendo el gas natural.
No es de extrañar que su precio siga descendiendo a niveles récord: A 4 céntimos por kilovatio/hora, es un 50% más bajo que en 2009. No se extrañe tampoco que la empresa eléctrica del inversionista más prestigioso del país, Warren Buffett, haya comprado suficientes turbinas eólicas para generar en Iowa más de 1000 MV, a un costo de $1,000 millones.
El precio de la alternativa a la energía limpia, por el contrario, es simplemente inaceptable. Según un estudio de la Universidad de Harvard, los costos de la contaminación carbonera —las llamadas externalidades de esta sucia industria— se elevan cada año a $500,000 millones (un 5 seguido de 11 ceros), en muertes prematuras, asma, enfermedades cardíacas, cáncer y otros factores. De esto las carboneras no pagan ni un centavo, lo pagamos el resto, usted, yo y todo el país.
Con estos argumentos en mano, es realmente increíble que el Congreso Federal todavía no haya renovado el Production Tax Credit (PTC o crédito fiscal de producción). El PTC es uno de los varios incentivos fiscales que invierten en la creación de empleo en la industria de energía limpia. Solo la eólica mantiene 80,000 empleos en todo el país y el 72% del equipo de turbinas de viento se manufactura en Estados Unidos.
La industria de combustibles fósiles, sin embargo, tiene una segunda casa en el Capitolio de Washington, DC. Cada año, las petroleras, carboneras y gaseras reciben hasta $52,000 millones en subsidios; es decir, regalías procedentes de los impuestos de todos nosotros.
Dígale al Congreso que la renovación del PTC es crucial para que la energía limpia continúe su rumbo viento en popa a toda vela.
Javier Sierra es columnista del Sierra Club. Sígalo en Twitter en @javier_SC