No compres cosas nuevas: intercambia, comparte o pide prestado / Don’t Buy New Things: Swap, Share or Borrow

Adaptación al español por Gretchen Fournier del artículo de Melissa Breyer publicado en treehugger.com

Piénsalo, ¿realmente necesitas esa herramienta eléctrica para usarla por un día o por siempre? ¿Deberías invertir en un juego completo de equipo para acampar, aunque no estás seguro de que tu familia lo usará? ¿No hay alguien por ahí que quiera cambiar esos patines de hielo talla 8 por unos talla 9?

Si alguna vez te has hecho preguntas como estas, bienvenido al mundo de lo que es conocido como el consumo colaborativo, es decir, compartir e intercambiar cosas de una manera organizada. Aunque el intercambio fue algo común en las comunidades ancestrales, nuestra cultura moderna con la mentalidad de “esto es mío”, nos ha alejado de algo que tiene mucho sentido, como lo es el intercambio de bienes. Pero los tiempos están cambiando.

Los intercambios de ropa y libros se han convertido en un pasatiempo social muy práctico entre amigos, pero ahora la costumbre se está extendiendo. Cada vez hay más sitios y servicios que facilitan los intercambios de artículos: puedes obtener lo que necesitas sin comprarlo. 

Hay lugares que ayudan a conectar a las personas que buscan cosas prestadas con personas que desean prestarlas. Algunos lugares, como Yoodlize, organizan alquileres; algunos crean intercambios, mientras que otros crean comunidades de participantes. Tomemos, por ejemplo, Shared Earth, que conecta a las personas que tienen terrenos con las personas que quieren cultivar un huerto o cultivar un huerto.

Muchos minoristas ofrecen opciones de alquiler, por ejemplo: AutoZone para herramientas especiales de reparación de automóviles, o en Home Depot para rentar herramientas. Es probable que tu ferretería local también tenga opciones para alquilar.

Investiga y mira lo que puedes encontrar. Incluso, puedes usar una red social como Facebook Marketplace para comprar y vender artículos usados, y así evitas ​​comprar artículos nuevos que eventualmente terminarán en un vertedero.

No cabe duda que puedes encontrar casi cualquier cosa; por supuesto, está AirBnB, pero también hay lugares como Turo para automóviles y HomeExchange para casas de vacaciones. También puedes utilizar esta idea a nivel de tu comunidad; Comienza o participa en una pequeña biblioteca o despensa gratuita, empieza un intercambio de ropa en tu vecindario o hazle el acercamiento a un vecino para intercambiar frutos o cualquier otro artículo que ambos tengan de más.

Es un modelo brillante de sostenibilidad, dejamos de comprar cosas nuevas que se acumularán en el vertedero y gozamos de un aspecto emocional beneficioso. No solo en la construcción de la comunidad, sino también que la acción de prestar requiere confianza, y sentirse confiado se siente bien. Paul Zak, director fundador del Centro de Estudios de Neuroeconomía de la Universidad de Graduados de Claremont, ha demostrado que las personas experimentan un pico del neurotransmisor oxitocina, hormona presente en el comportamiento humano, cuando se les confían los bienes de otra persona. “Somos criaturas sociables y gregarias, y una forma en que podemos exhibir esa sociabilidad es compartiendo nuestras cosas”, dice.

El consumo colaborativo es a la vez tan simple como revolucionario. Reemplaza "mendigar, robar y pedir prestado" por "prestar, compartir e intercambiar". Es sostenible, le das un sentido comunitario y te  sentirás genial con esa pequeña ráfaga de oxitocina que no te viene nada mal.

En el Sierra Club apoyamos en un cien por ciento la práctica del intercambio ya sea de bienes de consumo o de uso. Son los pequeños pasos en nuestras comunidades los que crean grandes cambios en nuestro planeta