Adaptado al español por Fabián Capecchi sobre el texto original publicado por la UNESCO
Este 26 de julio se celebra el día Internacional de la protección de los manglares, y qué mejor forma de celebrarlo que anunciando un proyecto de tres años, que evaluará y restaurará los manglares en siete reservas de la biosfera de América Latina y el Caribe.
La Reserva de la Biosfera Seaflower (Colombia), la Reserva de la Biosfera Península de Guanahacabibes (Cuba), la Reserva de la Biosfera Macizo del Cajas (Ecuador), la Reserva de la Biosfera La Encrucijada (México), la Reserva de la Biosfera Darién (Panamá) y la Reserva de la Biosfera Noroeste Amotapes-Manglares (Perú).
El proyecto que comenzará el 2 de septiembre de este año, está siendo apoyado con más de 1 millón de dólares estadounidenses. Además, la Reserva de la Biosfera Xirihualtique-Jiquilisco en El Salvador, podrá participar en los esfuerzos de reforestación dentro del mismo proyecto, gracias al apoyo de la Agencia Autónoma de Parques Nacionales de España.
América Latina y el Caribe albergan aproximadamente el 26% de los manglares del mundo, pero su extensión se está reduciendo rápidamente como consecuencia de la fragmentación del hábitat y la sobreexplotación. Aunque el potencial de restauración es particularmente alto en esta parte del mundo, la conservación y restauración de los manglares están actualmente subfinanciadas en la región. Por eso, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia, UNESCO, ha ofrecido su ayuda.
"La UNESCO ha encontrado que la restauración ecológica de manglares basada en la comunidad, es una estrategia exitosa para detener y revertir la pérdida de los manglares", observa María Rosa Cadenas, Especialista de Programa Asociada de la UNESCO. "En América Latina y el Caribe, los manglares saludables son un recurso valioso para los pueblos indígenas y las comunidades locales, incluidos los afrodescendientes. Los manglares saludables proporcionan una fuente de alimentos y sirven como una barrera natural contra huracanes, tormentas e inundaciones. También brindan hábitat para diversas especies de aves, reptiles y anfibios, generando empleo a través del ecoturismo".
La UNESCO trabajará con estas comunidades locales y con los comités de gestión local en las reservas de biosfera participantes para restaurar sus bosques de manglares. La educación será un componente importante del proyecto; los jóvenes participarán apoyando su implementación dentro de sus propias comunidades. El proyecto también fortalecerá las redes comunitarias como medio para crear conciencia y desarrollar habilidades que faciliten la acción colectiva.
Los bosques de manglares tienen una capacidad asombrosa para regenerarse bajo las condiciones adecuadas. El mayor desafío será asegurar una planificación sólida. Esto implicará combinar desde el principio el conocimiento de las comunidades locales con la experiencia científica.
En la primera fase, el proyecto identificará las causas fundamentales de la pérdida de manglares y mitigará el riesgo de futuras pérdidas. Esto requerirá una comprensión detallada de las condiciones socioeconómicas que afectan a los bosques de manglares. Se organizarán talleres técnicos a nivel local para determinar las amenazas que enfrentan los bosques de manglares, y cómo su restauración afectará a las comunidades.
Paralelamente, el proyecto identificará qué especies de manglares pueden ser reintroducidas y dónde se pueden replantar y restaurar de manera ecológica. Será crucial iniciar un ciclo de regeneración natural que pueda mantenerse a largo plazo, con el fin de proporcionar a las comunidades locales oportunidades económicas sostenibles. Esto, a su vez, fortalecerá el vínculo entre las personas y la naturaleza.
Desde 1980, casi todas las regiones han experimentado pérdidas extensas de área de manglares. Algunos países han perdido más del 40 por ciento en un período de 25 años. En la actualidad, los bosques de manglares cubren alrededor de 152 000 km2, aproximadamente el tamaño de Bangladesh.
Los bosques de manglares en todo el mundo siguen siendo degradados o perdidos a tasas alarmantes, a pesar de ser una fuente valiosa de seguridad alimentaria: los bosques de manglares apoyan las pesquerías locales al servir como viveros de peces. Además, son importantes para la obtención de madera y medios de vida para las comunidades locales, al tiempo que brindan una defensa costera natural.
En las próximas décadas, las comunidades costeras de baja altitud serán particularmente vulnerables al aumento del nivel del mar como consecuencia del cambio climático. Esto probablemente aumentará la frecuencia de las inundaciones y acelerará la erosión. Al elevar el nivel freático, el cambio climático aumentará la intrusión de agua salada en tierra y en acuíferos subterráneos, afectando la agricultura y el suministro de agua. Al romper las olas, los bosques de manglares protegen contra la erosión costera y las marejadas. Una franja de manglares de 500 metros puede reducir la altura de las olas en un 50-90 por ciento.
Los bosques de manglares también mitigan el impacto del cambio climático de otras maneras. Son sumideros de carbono altamente eficientes. Una hectárea de manglar puede almacenar 3754 toneladas de carbono. Eso equivale a sacar de la carretera 2651 automóviles durante todo un año.
El Sierra Club aplaude este importante esfuerzo para restaurar los manglares, como parte integral de una estrategia en la lucha contra el cambio climático, el cual estamos viendo cómo se manifiesta a través de eventos climáticos cada vez más violentos e impredecibles.