En el año 2020 se celebró el centenario de la enmienda que le otorgó a las mujeres en los Estados Unidos el derecho al voto. Este importante aniversario coincidió con una gran amenaza para los logros de las mujeres en el lugar de trabajo: la pandemia de COVID-19.
Antes de la pandemia, ya millones de mujeres se mantenían a sí mismas y a sus familias con salarios mínimos, asumiendo las responsabilidades del cuidado familiar en una sociedad donde la mayoría de los adultos trabajan fuera del hogar. Las interrupciones en las guarderías, las escuelas y los programas extracurriculares fueron difíciles para todos, pero la evidencia muestra que las madres trabajadoras asumieron más de las responsabilidades del cuidado de los niños, lo que obligó a muchas a reducir sus horas laborables o simplemente dejar de lleno sus trabajos.
Solamente en el primer año de la pandemia, 54 millones de mujeres en todo el mundo perdieron sus trabajos, ampliándose así la brecha de género en la fuerza laboral. Podrían pasar años antes de que esa brecha se reduzca nuevamente, y si hablamos de trabajos que pagan el salario mínimo, como el trabajo doméstico, los cuales en muchas ocasiones son los realizados por mujeres Negras y Latinas, la desventaja económica que se ha creado es aún mayor, y eso es un hecho.
Datos anunciados por el departamento del trabajo el pasado año, revelaron que los hombres recuperaron los más de 10 millones de trabajos perdidos durante la pandemia y añadieron 132 000 nuevos empleos. Sin embargo, los puestos de trabajo ocupados por mujeres todavía no habían alcanzado los números registrados antes del COVID.
La disparidad del impacto es evidente incluso fuera del mercado laboral. Durante la pandemia, el apoyo del gobierno ayudó a cerrar la brecha para las familias más afectadas pero con el retiro del apoyo fiscal, los hogares más pobres de repente se quedaron casi desamparados. Y las madres solteras, especialmente aquellas que trabajan en sectores que aún se están recuperando de los problemas relacionados con la pandemia, corren mayor riesgo, incluidos los riesgos de una mayor pérdida de ingresos.
Incluso en los hogares donde una mujer adulta ha perdido su trabajo y su contraparte masculina no, las consecuencias de una caída en los ingresos se traducen en una pérdida del poder de negociación de las mujeres, especialmente en los países en desarrollo.
Además, la pérdida del empleo va mucho más allá del dinero, la pandemia dejó al descubierto lo que muchos ya sabíamos, que el camino hacia la igualdad de género es largo e inestable y nos queda mucho por recorrer. Al ritmo actual de progreso, se necesitarán 132 años para alcanzar la plena paridad de género.
Nuestra economía puede estar recuperándose pero no hay duda que las mujeres se están quedando atrás, sobre todo las que son madres. Los datos no mienten, todavía hay más de un millón de mujeres fuera de la fuerza laboral y un 58 por ciento han dicho que su salud mental se ha deteriorado en los pasados años.
¿Entonces, qué puede hacerse? Si bien un apoyo a la economía liderado por el gobierno puede ser fiscalmente insostenible, especialmente para países pobres, la política pública puede intervenir con medidas específicas, como ayuda para madres solteras. También el sector privado puede dar la mano coordinando y creando programas de desarrollo para ayudar a mujeres que perdieron sus trabajos o aquellas en dificultades financieras, que buscan trabajos de ingresos más altos en un sector diferente.
El daño causado no es irreparable pero tiene que haber un compromiso real y planes sólidos de parte de los sectores públicos y privados. Todos perdimos algo con la pandemia del COVID-19; nuestra libertad diaria, seres queridos, sentido de seguridad, el sueño y las mujeres un siglo de luchas y trabajo arduo. Vivimos una época dónde los problemas parecen más abundantes que las soluciones, pero es necesario que todos los que vivimos en este planeta estemos bien para lidiar con la lucha diaria, incluyendo la del cambio climático.
Las mujeres son parte integral de la lucha ambiental y si su subsistencia se complica cada día más no cabe duda que perderemos grandes aliadas que ayudan a mantener viva y presente esta causa.
En el Sierra Club sabemos la importancia que tiene el rol de las mujeres no solo en las causas ambientales y de justicia social, sino en todo lo que día a día sucede en nuestro planeta. Admiramos sus temples, determinación, valores y causas, hoy más que nunca.