Tras largos años de negociaciones sobre el mar, debido a múltiples desacuerdos sobre el lenguaje a utilizar, el financiamiento y los derechos de los países en aguas no territoriales, se ha firmado el pasado 5 de febrero en la Naciones Unidas el primer acuerdo sobre los océanos para proteger la biodiversidad en alta mar, y regular la pesca en esas aguas, el turismo y sobre todo la minería submarina.
Lejos de las costas, hay zonas inmensas del océano que se encuentran completamente desprotegidas a las que podríamos definir como “aguas de nadie”. Hasta ahora, no existe un marco legal para proteger a las diversas criaturas marinas que viven en altamar, es decir, en aguas internacionales, la zona más allá de las 200 millas náuticas correspondientes a la zona económica exclusiva de cada país.
Este asunto ha estado en discusión durante más de 20 años, pero los esfuerzos anteriores para llegar a un acuerdo se habían estancado repetidamente.
“Uno de los pasos más importantes ha sido llegar a un acuerdo para un lenguaje común a todos, como por ejemplo la palabra “biodiversidad”, pues resulta difuso, e implica muchos conceptos en una sola palabra”, dijo Enrique Montes, oceanógrafo venezolano que trabaja para la Universidad de Miami y la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica, NOAA (por sus siglas en inglés).
La Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar entró en vigor en 1994, antes de que la biodiversidad marina fuera un concepto bien establecido.
La importancia de este tratado global es que aplica a casi la mitad de la superficie del planeta cubierta por mares y océanos.
“Realmente sólo tenemos dos grandes bienes comunes globales: la atmósfera y los océanos”, dijo Rebecca Helm, bióloga marina de Georgetown. Si bien los océanos pueden llamar menos la atención, "proteger esta mitad de la superficie terrestre es absolutamente fundamental para la salud de nuestro planeta".
Este tratado creará un nuevo organismo para gestionar la conservación de la vida marina y establecer áreas marinas protegidas en aguas no territoriales. Según Nichola Clark, un experto en océanos de Pew Charitable Trusts: “Es fundamental para lograr el compromiso reciente de la Conferencia de Biodiversidad de las Naciones Unidas de proteger el 30 % de las aguas del planeta, así como la tierra, para la conservación”.
El tratado también establecerá reglas básicas para realizar evaluaciones de impacto ambiental para actividades comerciales en los océanos.
“Hoy el mundo se unió para proteger el océano en beneficio de nuestros hijos y nietos”, dijo Mónica Medina, subsecretaria de Océanos y Asuntos Ambientales y Científicos Internacionales del Departamento de Estado. “Nos vamos de aquí con la capacidad de crear áreas protegidas en alta mar y lograr la ambiciosa meta de conservar el 30 por ciento del océano para 2030”.
Varias especies marinas, incluidos delfines, ballenas, tortugas marinas y muchos peces, realizan largas migraciones anuales, cruzando aguas fronterizas y aguas no territoriales. Los esfuerzos para protegerlos, junto con las comunidades humanas que dependen de la pesca o el turismo relacionado con la vida marina, han resultado difíciles durante mucho tiempo para los órganos rectores internacionales.
“Las naciones industrializadas están listas para desarrollar la minería en aguas profundas, pero están esperando por un marco legal. Esto es muy importante, porque no se sabe el impacto que tendrían estas actividades mineras sobre los hábitats y la vida marina en esas profundidades”, afirmó Enrique Montes, de la NOAA.
Con la promulgación de este acuerdo global será creado un organismo que vele por los océanos del mundo.
Esta protección también ayudará a la biodiversidad y las economías costeras, dijo Gladys Martínez de Lemos, directora ejecutiva de la Asociación Interamericana para la Defensa del Medio Ambiente, una organización sin fines de lucro que se enfoca en temas ambientales en América Latina.
Arlo Hemphill, activista defensor de los océanos en Greenpeace USA, dijo que el tratado es "el acuerdo de conservación más grande en la historia del mundo" y agregó que "es lo mínimo que los científicos han dicho que necesitamos para evitar el colapso de los ecosistemas en los océanos, nuestro mayor recurso compartido y la base de la vida en este planeta".
Miles de millones de personas en todo el mundo dependen del océano para obtener alimentos y empleos, según el Banco Mundial. Más de la mitad de la cantidad total de oxígeno en nuestra atmósfera la originan criaturas en el océano.
Los océanos regulan el clima en todo el planeta, han mitigado los efectos del cambio climático en la tierra al absorber dióxido de carbono y el exceso de calor causado por la quema de combustibles fósiles. Pero eso está pasando factura a los océanos, haciéndolos más calientes y ácidos, con menos oxígeno. Cuanto más se calientan los océanos, menos CO2 pueden almacenar y menos pueden proteger al planeta de eventos climáticos aún más extremos.
“Soy optimista – dijo Enrique Montes, el hecho que la biodiversidad esté en el centro de ese acuerdo es un gran avance para la protección de numerosas especies marinas que viven en esas aguas”.
Si bien, este ha sido un gran paso, falta aún otro igual de importante que le corresponderá a las naciones firmantes, como es ratificar el acuerdo en cada nación para que pueda ser promulgado.
El Sierra Club aplaude este acuerdo preliminar sobre la protección de los océanos, entendiendo que no solo son millones las personas cuya alimentación y economía depende de los mares, sino que la salud del propio planeta y nuestra supervivencia depende de esas aguas profundas.