Melissa Guevara liderando un tour en el Refugio Nacional de WallKill River, NY
La devoción que profesa Melissa Guevara por los parajes naturales es un magnífico ejemplo del amor de los hispanos por el terruño, de nuestro respeto por la creación divina y compromiso para legarla a futuras generaciones.
“La primera vez que quise que la naturaleza fuera parte de mi vida fue en un parque estatal”, recuerda Melissa, estudiante de temas ambientales y urbanos en el Bard College, Nueva York. “La vista era imponente. Me senté en una roca y creí estar en mi casa”.
Durante los dos últimos veranos, trabajando para el Servicio Nacional de Pesca y Vida Silvestre, Melissa compartió su pasión por la naturaleza con niños de barrios hispanos, enseñándoles las maravillas naturales de un cercano refugio nacional.
“Cuando los niños desconocen la naturaleza, con frecuencia solo ven jungla y tinieblas, y se asustan porque no están acostumbrados”, dice. “Pero una vez que la conocen, muchos, como yo, quieren dedicar su vida a preservarla”.
Este año el mayor exponente de estas maravillas naturales en nuestro país celebra su primer centenario. El 25 de agosto de 1916, el Congreso Federal estableció el Servicio Nacional de Parques (NPS), lo que para muchos significa “la mejor idea” que jamás tuvo este país.
En la actualidad, el servicio incluye más de 450 áreas naturales, históricas, recreacionales y culturales. De estas, 172 tienen especial significado para nosotros los hispanos. Desde el Camino Real de Tierra Adentro, en Nuevo México, hasta el Cabildo de Luisiana, pasando por Monumento Nacional de César Chávez, en California, todos manifiestan el profundo impacto de la cultura hispana en la historia de Estados Unidos.
Sin embargo, cuando se trata de visitar las joyas de esta corona —los 59 parques nacionales— nuestra asistencia es desconsoladora. Según un estudio del NPS, solo uno de cada diez visitantes es hispano. Si consideramos que California, uno de los estados con mayor número de parques nacionales, es 40% hispana, nos damos cuenta de la gravedad de este déficit de asistencia.
Y los números resaltan esta aparente contradicción. Encuesta tras encuesta nos indica que hasta el 90% de los votantes hispanos defiende la protección y conservación de áreas naturales para futuras generaciones. En porcentajes parecidos declaran que las actividades al aire libre, como los picnics, acampadas y pesca, son importantes para ellos.
Además, un reciente estudio indica que los hispanos son el segmento poblacional que más gasta en equipo de actividades al aire libre —casi $600 anuales por persona, comparados con los $465 del consumidor promedio.
Las razones de este déficit son variadas.
“Yo he trabajado en parques nacionales, pero mis padres nunca han estado en uno porque están tan lejos”, dice Melissa, residente de Yonkers, Nueva York. “Las familias hispanas normalmente no tienen los medios de transporte para llegar allá”.
“Tenemos que integrar a los hispanos en el personal de los parques nacionales. Esa debe ser la prioridad número uno”, el Rep. Raúl Grijalva (D-AZ), un apasionado defensor de la naturaleza, me dijo en una reciente entrevista. “Debemos empezar a ofrecer recursos al Servicio de Parques para que trabajen con escuelas, grupos comunitarios y organizaciones cívicas en las comunidades hispanas para empezar a promocionar el uso de los parques nacionales”.
Grijalva también defiende que los parques y otros lugares especiales sean culturalmente relevantes y lingüísticamente apropiados para que nuestra gente se sienta en ellos como Melissa en ese primer parque que visitó, “como en casa”.
“Ha sido asombroso”, dice. “Las cosas que veo son realmente magníficas. Hace que quieras volver a estos lugares. Por eso es que quiero dedicar mi vida a este trabajo”.
América es tu casa. Disfrútala.